viernes, 1 de julio de 2011

EL RESTAURANTE VALL D'UIXO Y SU RABO DE VACA

Tal y como acostumbramos este jueves estuvimos comiendo en el restaurante "Vall d'Uixó" de Valencia un grupo familiar: yo, mi hermano: Jesús, mi primo Julián y David, casado, este último, con una hija de  mi prima Emilia. Como suele ocurrir en estos acontecimientos esporádicos uno va con la idea de comer poco pero en el momento en que coloca los pies en el restaurante todo son atenciones y como no:  "hay que cumplir de la mejor manera que uno sabe: comiendo hasta reventar". Antes de entrar por la puerta del restaurante ya tenía la cerveza en la barra ¡Que alegría!. En seguida Pedro me vino con un artículo del blog, en el que yo hablaba del bacalao y de lo bien que lo preparaban en el restaurante.

Para cuando nos habíamos dado cuenta ya habíamos devorado, antes de comenzar a comer, un buen plato de rabo de vaca; un buen plato de morro y otro de calamares encebollados, todo esto regado con unas buenas y frescas cervezas, que en este caso Pedro nos lanzó con su magistral arte. No le va a la zaga Clemente que entre caña y caña nos regala, con un exquisito saber, determinados conocimientos de  gastronomía, que yo apunto de forma rápida en mi libreta. Es verdad que le tengo dicho a Clemente: ¡no te vayas de la boca que mañana lo cuento!. La verdad es que lo mío es de juzgado de guardia, pero por ahora no les contaré nada de esas aventuras que me cuenta Clemente y que son dignas de un buen artículo. Una de ellas tiene que ver con aquellos capones que pegaba Don Gregorio que hacían las delicias de las más delicadas cabezas de Pinarejo, yo creo que provocó sin saberlo, con su gracia, fuerza y puntería mas de un trombo, y el otro con ciertos novillos que hizo una vez cuando iba al colegio y que ya no volvió a repetir nunca más, porque lo pilló su padre y se le fueron las ganas de por vida. Desde entonces Clemente piensa que la buena educación con  leña entra mejor, yo en eso le alabo el gusto a  Clemente y como no a su padre: Que gran pedagogo.

No se me escapa tampoco el decir que Santiago, hermano de Clemente , es un buen contertulio y estoy seguro que cuando lea este artículo dirá "la madre que lo  parió si lo pillo lo mato". Yo, con Santiago, de joven, viví buenas aventuras en Valencia. Era de los que más ligaba, Santiago, no, yo, y el primero que salía a la pista a menear el esqueleto. Recuerdo que íbamos a bailar hasta la localidad de  Venta del Moro a unos 150 Km de Valencia. Allí instalábamos la tienda de campaña en el monte y pasábamos el fin de semana bailando. Allí en aquel pueblo se echaron novias algunos amigos del grupo y a fe cierta que les ha ido bien en la vida. Yo de esto me alegro. También de aquellos tatuajes, que se hicieron todos ellos y que ahora están de moda, podríamos hablar, de tantas cosas, pero eso lo dejo para otro artículo. La verdad es que esto era todo lo que hacíamos. Con poco nos divertíamos y con menos eramos felices. Unas cañitas en el bar "Valiente"; unas patatas  bravas en el restaurante "La Podendorsa" o en el bar "Cesario", de la Plaza Obispo Amigó de Valencia, y luego los fines de semana a  menear el esqueleto a las salas de baile de Quart de Poblet, denominadas "Las Vegas", "La Pista Fallera" o "El Fausto" de Manises. Que días aquellos en que teníamos que estar de vuelta en casa no más allá de las 11 de la  noche, en este caso los mozos, no las mozas que tenían que llegar antes de que la mesa estuviera puesta y el cabeza de familia presidiendo tan magno acontecimiento. De Santiago me ha dicho su hermano Clemente que se dedica ahora a correr, ya le daré yo unos buenos consejos que de eso se mucho: carreras populares, medias maratones, casi nada.   

Volviendo al origen del relato, tengo que decir que después del rabo de toro comenzó de verdad la comida consistente en unos buenos platos de lentejas estofadas, un gazpacho andaluz, una paella y unos huevos fritos con panceta, tomate y patatas, una buena botella de vino tinto, y de postre flan, helados y fruta y ya para terminar un buen Gin Tonic, café, esta vez no y orujo blanco, menos.

La tertulia fue buena de verdad  y tuvo que ver como siempre con el pueblo. Todo, palabras sacadas del corazón y relacionadas con la actualidad: el paro, la globalización e internet y las ventas a través de este medio. Mi primo Julián está empeñado en ir a Alconchel de la Estrella y más concretamente a la parroquia de dicho pueblo para buscar ciertos datos que tienen que ver con mi abuela, Juliana Briones Herraiz, que era de la localidad. Al parecer tenemos por allí 100  hectáreas pendientes de escriturar y no es cuestión de dejar el tema para más allá de mañana. Ya veremos lo que sale. Ahora, seguro que alguno no las catará y yo se lo que me digo.

Nos comentaba Clemente que el tema de no dejar de fumar en los bares les ha  bajado la clienta, ya que el ritual de fumar va muchas veces, por no decir siempre, acompañado de un café, una copa de coñac y esto  claro desde que se implantó la ley ha repercutido negatívamente sobre la modesta economía de muchos bares y restaurantes. Mi padre, que se ha vuelto a hacer fumador a los 91 años, no para de decir que ahora, que se los tiene que fumar a escondidas, le están mejor. Este es su comentario: Chicos que bueno que está. Dice mi padre que para los que tienen la misma edad que él no debería estar prohibido fumar en los bares, ya que si no se acuerdan  ni del número de la calle donde viven, como se van acordar de que en los bares no se puede fumar. Pura lógica, como lo pueden comprobar, además tiene razón. Mi hermano Jesús continua empeñado en plantar pistachos en una parcela que tenemos en el Cerro Caramelo de Pinarejo y yo le digo que mejor plantar collejas.

Ya finalizando y como siempre les recomiendo que si  van a Valencia, de paso o de menos paso, no dejen de ir al Restaurante de Clemente y de Pedro, ellos se lo agradecerán. Para refinar el escrito acabo con una poesía. Un poco de sátira y buen humor no vendrá mal. Gracias amigos y hasta otro día.


Restaurantes hay muchos
pero como este denominado  Vall d'Uixo
no encontrarán ninguno mejor,
por buen hacer y simpatía
de Pedro, Clemente y compañía
y excelente comer para llenar la tripa
debería estar en la Guia Michelín
como restaurante de buen postín.

El rabo de toro se puede comer guisado,
a la plancha o como les venga en menester,
las orejas de cerdo bien hervidas
sal, aceite y pimentón y si me apuran un poco
un buen trago de vino al porrón.

Si hablamos de  paletillas
las tienes de cordero y de lechón
a cualquiera de ellas la mejor,
las lentejas, con chorizos, ajo y laurel
resucitan a un muerto sin quererlo Dios saber,
por eso en el cementerio de Valencia hay un letrero
que dice de esta forma tan peculiar:

Que gusto es morir en casa
y poder resucitar en el restaurante Vall d'Uixo
pues es todo un lujo para un pobre señor
que se pasó media vida comiendo sardinas
y ahora a la vejez de sopetón la palmó
no sabiendo nadie ciertamente si murió
de una  pulmonía o del dichoso corazón.

No me quiero olvidar de las cocineras
que ponen ganas y tesón
por eso las comidas les salen de rechupete.

Buenas noches por hoy, en día,
y ya saben si por Valencia tienen que pasar
en el restaurante Vall d'Uixó deben parar,
allí seguro que de su comida disfrutarán
más si son naturales de Pinarejo
no se pierdan paisanos la ocasión
de hacer un pequeño alto en el camino
y acudir a renglón seguido a tan atinado lugar
seguro que me lo agradecerán.

José Vte. Navarro Rubio

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