Imbatible el viento
bate muy lentamente
bate muy lentamente
y sin querer
y sin elevar quejidos
y sin elevar quejidos
rompe la memoria del tiempo,
y en ese intervalo corto
pero lleno de vida corre
al encuentro de las altas eras
pero lleno de vida corre
al encuentro de las altas eras
donde poder ablentar las cosechas,
en pos de las aspas de los molinos
con tal de convertir al grano en harina,
a la vera del campanario de Pinarejo
donde poder ayudar a voltear las campanas,
a la busqueda
de los verdes campos de trigo,
de los verdes campos de trigo,
de las pobladas cabelleras
de las robustas carrascas,
y desmelenados pinos piñoneros
y desmelenados pinos piñoneros
que crecen
desde los siglos de los siglos
desde los siglos de los siglos
allí donde la naturaleza los puso
y Dios quiso que así fuera.
y Dios quiso que así fuera.
Ulula el viento desde siempre
y como si fuera un niño
que juega a ser el primero
en llegar a su destino baja por las calles
que juega a ser el primero
en llegar a su destino baja por las calles
y se introduce por las rendijas puertas
y de las ventanas de las casas
y de las ventanas de las casas
para ir a yacer extenuado
y ebrio de soledades
al fondo de las habitaciones oscuras
y ebrio de soledades
al fondo de las habitaciones oscuras
y a lo más oculto de las cuevas
donde la uva se convertía
a poco que se le exprima con fuerza
en sabroso mosto y oloroso vino.
a poco que se le exprima con fuerza
en sabroso mosto y oloroso vino.
Sigue el viento su aventura
y llega
y llega
hasta donde se divisa la ancha
y profunda llanura,
y profunda llanura,
y a sabiendas de que es parte de ese cielo
que se contempla cristalino y puro
se lanza cual águila en busca de presa
sobre los anchos dominios
de ese espacio tan enigmático
que no es tuyo, ni mío.
que no es tuyo, ni mío.
Y me voy con desventura,
en esos momentos en que la tarde cae
y aparece la oscuridad
tras la cual poder dormir,
tras la cual poder dormir,
hacia esos horizontes lejanos
que se dejan ver, pero no tocar,
lejos muy lejos, sin rumbo fijo,
como si entre ellos y yo hubiera
algo más que distancia
algo más que distancia
y diviso en el cielo remolinos
y vuelvo otra vez a errar el camino
que me lleva en pos de ese viento matutino
que se infiltra por las ventanas
y viene a verme dormir
a la cabecera de mi cama
a la cabecera de mi cama
para decirme en el oído
esta tierra es solo esto que ves
trigo, avena, centeno, cardos, polvo en el camino,
lágrimas, sudor y siempre tiempos duros.
José Vicente Navarro Rubio
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