Después de las 14 reglas básicas para saborear un buen gin tonic os dejo con una
de mis poesías que tiene que ver con el bar La CUEVA del Castillo de Garcimuñoz:
1. Bebe inteligentemente.
2. Huye de un barman que trate de ser
protagonista: el protagonista es el cliente. “Como el sacerdote, el barman debe
seguir unos rituales. También debe ver, escuchar y callar. Debe tener tablas y
capacidad de transmitir, saber qué busca esa pareja, que va a su bar.
3.
El barman debe ser amable: un barman con la cara hasta los pies puede arruinarte
el Gin Tonic, por muy bueno que éste sea: Es muy importante la cultura de
servicio”.
4. La calidad del vaso ha de ser buena. Gastarse el dinero
merecerá la pena: “La cristalería es esencial”.
5. No pasarse con la
ginebra: “5 o 6 centilitros” son la medida perfecta.
6. Las mejores
tónicas a mi parecer: Tónica Schweppes Original Premium Mixer de pimienta rosa,
bombay o una Cardamomo. “Así le das un valor o trascendencia especial”.
7. Importancia del ‘look and feel’: en el Gin Tonic es tan importante la
forma, la apariencia, como el contenido.
8. “El todo es lo que te
proporciona la experiencia descomprensora, algo tan importante en los tiempos
tan duros en los que vivimos
9. Muy, muy, muy importante: el hielo. Nada
de comprar una bolsa en el local chino de abajo de tu casa: “El cubito debe ser
transparente. a ser posible producimos por ósmosis, con agua descalcificada. Los
cubitos casi blancos están llenos de impurezas. Y lo que no sabe la gente es que
muchas veces la resaca del día siguiente es por culpa del hielo y no por el
garrafón”.
10. Vale, cubitos de agua tratada con ósmosis. Pero,
¿cuántos? “Seis o siete cubitos”.
11. Recuerda que un Gin Tonic es un
Gin Tonic y no un árbol de Navidad ni una ensalada:creo que es importante la
sobriedad y desaconsejable la sobrecarga de elementos”.
12. El cítrico
es esencial. Jamás de los jamases sirvas un Gin Tonic sin cítrico: sería un
pecado casi mortal.
13. El entorno, el momento elegido para tomarlo y la
compañía es importante.
14. El secreto no por evidente menos definitivo:
las ganas de disfrutar del Gin Tonic y, ya puestos, de la vida, a mi me sentó de
maravilla en el bar terraza La cava del castillo de Garcimuñoz (Cuenca)
I
En la Cueva
bar terraza
y casa rural
del Castillo de
Garcimuñoz
donde el infante D. Juan Manuel
se las vino a medio reinar
y gobernar
se las puede uno pasar
más que fenomenal,
como los
mochuelos
sobre las ramas de los olivos
cuando la oscuridad
viene a
reinar
y Júpiter se situa
sobre el pequeño manantial
de aguas
cristalinas
sin contaminar
donde los romanos en Garcimuñoz
se venían
a curar
hace de esto 2.000 años ya.
En la Cueva se relamen
las
moscas al escuchar
las jugosas conversaciones
que a allí se suelen
realizar
y de esto Javier sabe más
que la mayoría de paisanos del lugar.
Como si el mundo fuera
una pequeña bola de cristal
todo tiene su
momento
desde la historia a la poesía
pasando por la albañilería en
general
y es de estimar
desde el gin tonic seco,
al queso de Toledo
de ese que pica en el paladar,
a los huevos de corral.
Javier
nos atiende
en la Cueva
y allí te puedes encontrar
desde un sillón
de barbero
a una trilla,
a un jaguar dispuesto a arrancar
y si
tienes ganas de escuchar
puedes conectar
con radio Pirineos
emisora
de la guerrilla internacional.
La Cueva es
una hermosa casa rural
con viguería de madera
que le da personalidad,
platos de ducha
donde te puedes una cuerva tomar
y camas tan antiguas
que en ellas
debió dormir
algún arzobispo o cardenal
pues una vez en ellas
te
entran ganas de rezar.
La conversación ya en su punto
y la noche
estrellada
nos ponemos a mirar
ese firmamento tan brillante
como el
medallero de un general
y vemos a Júpiter,
eso dice Javier señalando
hacia un preciso lugar
donde se ve una estrella muy grande
tomar
posición
y mandar sobre las demás.
Buena es la noche
de esas de
no andar
de puerta en puerta
pidiendo algo de pan,
por eso nos
quedamos
quietos en la barra de la Cueva
para salir ya de madrugada
camino de Pinarejo
que a unos 6 kilómetros aproximadamente está.
II
En la Cueva vi
un cuadro con la
maja desnuda
y me puse a temblar
en solo pensar
lo bien que Goya
lo debió pasar
pintando a la Duquesa de Alba
sin nada encima
por
delante y por detrás
como si acabará de nacer
y ya estuviera dispuesta
para cabalgar.
En la Cueva reina
la total oscuridad
y la la
luz tenue de un candil
se infiltra
como si se quisiera escapar
camino
de esos túneles misteriosos
que van más allá
del convento de religiosos
que hubo en el lugar.
Si el mal llamado
infante Don Juan Manuel
escribió el libro de La Caza
fue en este lugar
al calor de unas
brasas
y de dos huevos fritos
con una clara espesa como el mazapán
y
una yema de mojar
con los dedos de la mano
y si hay a lugar
romper
con un escoplo
y masticar con un poco de pan
acompañado de vino tinto
de ese que se solía pisar
entre canciones de arrieros
y bromas de
pastores
que se asomaban para mirar
como el rico caldo
iba a parar
a grandes tinajas
para después saborear.
Javier cuenta historias
y yo le escucho
nada hay de particular
en que ahora les venga a
hablar
de esas cosas de la noche
que por el día se van
en cuanto
agarras un pico
y te pones a picar
un suelo con más yeso
que el
monasterio del Escorial.
III
Javier en la Cueva habla de un mojón
y yo le pregunto que donde está,
él
dice que en Pinarejo
y yo le comento que lo he visto al pasar
cerca del
castillo
que a punto de remendar
se acabó el presupuesto
y vuelve
otra vez la historia
como siempre a comenzar
con un castillo a medias
de un pueblo singular
con derechos tan históricos
que ningún nacido
en el lugar
pagaba portazgos
cuando iba a mercar
gorrinos, cabras y
paro de contar
más allá de los limites de Alarcón
villa y ciudad
con
tantas iglesias o más
que la Roma Imperial y el Vaticano papal.
Se
me va la historia,
no está mal
volver a comenzar
con pipas de
mascar,
tónica y ginebra,
cubitos y un poco de limón
de esos de
rayar
que flotan sobre el hielo
al igual
que los barcos en la alta
mar.
¡Capitán en la Cueva me siento
y allí creo adivinar
desde
lo alto de un mastín
un temporal!
Agarrados a la barra,
el vaso
ya sin nada que regar,
Júpiter saliendo
y el carro de Santiago
camino de un olivar
salgo a la calle a respirar
y veo a un gato
que maulla sin parar
pues su amada va por los tejados
a la búsqueda
de un ventanucho
por el que entrar
para dormir entre pajas
y soñar
con sardinas recién pescadas sin sal
y vendidas en la plaza del lugar
por un pescatero
que las ofrece a medio regalar
pues se hace la hora
de la siesta
y hay que levantar el vuelo y marchar
IV
En el castillo de Garcimuñoz
patria del buen vivir
hay un duende
que
ayuda a las buenas gentes
a sobrevivir
en los veranos calurosos
y en
inviernos tan fríos
que por aquí
se hiela hasta la punta de la nariz.
Duendes o fantasmas
que me vengan a mí
a ser posible
a la
luz de una lámpara
o de un candil
y sin pedir
nada más que no sea
comida o un lugar donde dormir.
Duende de sábana blanca
y bola
de acero
es éste del que hablo aquí.
A mí me hace reír
cuando se
pasea por las calles
y se viene a dormir
a la hora que canta el gallo
y se oye el crujir
de un portalón a medio abrir.
V
Ama y armado caballero
avanza por la llanura
entre llantos de su amada
y en el cielo preguntas.
Es por Jorqe Manrique
por quien lloran
y por quien tal vez los arcángeles
hacen preguntas
pues no saben ni
atinan
a adivinar
el porqué este caballero y sus huestes
acuden a
esta villa
para someter a castigo
a su señor feudal
que desde las
almenas
de un castillo elevado a cierta altura
otea como águila y
aprieta las uñas
a la espera de combate
pues en ello de no ofrecer
resistencia
tal vez le vaya el honor y la vida.
En un refajo de la
cintura
lleva Jorge Manrique
una casi acabada poesía
que habla de la
muerte
esa que sin el saberlo se avecina
y ya la noche sobre el Castillo
y ya realizada una batida
de retirada hacia La Nava
la muerte le
acecha y le llama de forma intempestiva.
¡Soy yo quien te reclama
y
voy en tu ayuda
para llevarte junto a tu padre
y ponerte a la misma
altura
de aquellos que muriendo
se convierten en leyenda viva!
Se lo llevó la muerte
en un vallejo
junto a una senda y unas
olivas
y en Santa María
se le curó ya tarde de las heridas
y vino a
descansar en Uclés
lugar lleno de frailes y curas
y el Castillo de
Garcimuñoz se quedó con pena
pues en Castilla
quien mata a lanza muere a
hierro
aunque se esconda en una cueva y le hechice una bruja.
VI
Si la vida no es vida
y la muerte anhelas
entre lamentos y poemas
quizás tu cuerpo sea
cobijo de insectos y gusanos bajo la tierra
esto último a fe tan cierta
como que hay en el firmamento estrellas.
En las horas caídas de un día
ovejas en los corrales
y mochuelo
en las mojoneras
como quien juega y a ciegas
se oyen sonido de cuernos,
estallidos y carreras
y armas que por el cielo
a la caza de hombres
vuelan
y en esas
de un pronto que llega
por un costado entra
una
lanza o ballesta
y da con Jorge Manrique en tierra.
Que más da el
arma si esta mata
y el hombre que la lanza
está sediento de venganza con
tal de rendir cuentas.
En la noche de un día,
da igual el mes o lo
que sea
si no es de esta forma
lo fuera de otra y también valiera
se
tiñen los campos de color rojo
de sangre fresca
mientras un caballo
espera
que su jinete con lanza y coraza le monte
y le pique con las
espuelas.
Era una noche de tente a ciegas,
de miedos y lamentos
y de prisas y más prisas
por esas sendas de la Nava
y por ese camino
de Santa María,
del campos Rus, adiós buenas,
tan lejos entonces y ahora
tan cerca.
VII
Campanas de altos vuelos
y ruegos en las cartujas
Jorge Manrique es ya
muerto
mientras en tierras del Castillo de Garcimuñoz
los dientes
rechinan
pues traen los vientos
cual palomas cautivas
lanzadas al
aire
algo más que preguntas pasajeras.
LLueve en los páramos
allí donde el frío
en los cuerpos anida sin espera.
¡Ay de los
campesinos y pastores
y artesanos que labran la madera y piedra
a
sabiendas de que no lejos de allí
en una sepultura yace un noble y poeta
de alto rango y gran estima
por quien una reina a jurado venganza y
justicia
a las malas y a las buenas.
¡Si pudiera, piensa, D Pedro de
Baeza,
mi mano derecha daría por el y su amada ella!
¡Si pudiera
grita el Marques de Villena
yo lo resucitaría aunque me costará la
Encomienda!
Tiempos de muertes
ni hechiceros ni quiromantes
ni
hadas ni brujas
conocen de ungüentos medicinales
que salven vidas y
quiten las penas.
VIII
Guiomar de Castañeda, señora de Jorge Manrique,
su amada y con ella y en
ella
su viuda
de luto quedó ya de por vida fuera mala o buena.
Sin más cuerda
que la que da de si
una maroma que arrastra un
cubo a una poza seca
se le fue poco a poco la vida a Jorge Manrique
entre soldados de fortuna y sirvientes que le respetan
y temen por su
vida en esos momentos de lloros
que aun quedan
por los campos y tierras
del Marques de Villena.
¡Ay de su mujer e hijos que pena!
¡Ay de
la Reina católica por y sólo para ella!
En tierras de pastoreo y
labranza
se levanta un monumento y una leyenda
y a ello se debe ese alma
reservada
de gentes castilleros y castilleras
tan llenas de recuerdos
que se reservan
de padres a hijos las penas
pues tan cruel fue la
venganza
que el Castillo quedó convertido en un mojón de piedra y tierra.
IX
Tu que me lees no te lamentes
que la vida es bella
y si estás en la
Cueva
pide un gin tonic
y reserva las penas
para cuando venga el
momento
que siempre llega.
Lo de Jorge Mnrique
no es leyenda
es historia de las buenas
y a pesar de su muerte certera
quedó su
obra
dando vueltas en los libros y en nuestras cabezas.
Javier dueño
y señor de La Cueva
desde la barra a buen seguro piensa
en esos
peregrinos de Pinarejo
que fueron a su trastienda
a pedir auxilio
en
el fondo de una botella
y a duras penas
el cuerpo sediento
y la
penumbra asomando entre dos velas
se fueron del Castillo
metiendole al
coche la primera.
Buenas las noches
estos poemas
son fruto de un
esfuerzo
que solo consiste
en darle a las teclas
y como quien pide
un gin tonic y espera
que se consuma el vaso
para pedir de nuevo fuerzas
yo me acomodo en una silla
y me estrujo la mollera.
X
Castillo de fantasmas de sabanas negras
y de leyendas
que ponen los
pelos de punta y la lengua seca
en Garcimuñoz no salía la hierba
en
tiempos de los romanos
que venían de uvas a peras a llevarse para sus
tierras
minerales tan traslucidos
como el agua que corre por las peñas.
Un tesoro se esconde que era de ese Señor
que escribía cuentos y
moralejas
y acuñaba monedas
que ahora yacen en el fondo de alguna sima o
cueva
o quizás en los bajos de ese castillo
recubiertos de tierra y
piedras.
¿Un tesoro y una leyenda?
Piensa.
XI
Aparece un gato en La Cueva
y como si fuera un cliente más
se sienta
junto a una mesa
a la espera
de que le caigan alimentos de una despensa.
La noche ya entrada
en la calle lluvia y niebla
el Castillo de
Garcimuñoz se transforma
en una bella princesa
y a lomos de jumentos
cargados con pistolas y metralletas
que arrojan flores del tamaño de una
peseta
vamos a rescatar a esa bella doncella
que en la quietud de una
noche
sin más presencia
que 6 amigos que disfrutan de una tertulia llena
de clara inocencia
nos pide auxilio de forma altamente lisonjera.
Todos vamos
hasta uno de Montabanejo
que busca un cañón del
Colorado en la Meseta,
nadie queda
y Javier cogiendo una cazuela
es
nombrado caballero
de esta epopeya
en una noche de perros
pues el
agua no cesa de caer con fuerza.
De allí vamos hasta donde la noche nos
lleva
subidos a lomos de esa noble bestia
al que todos conocen de una
forma poco correcta
y ya en la cuesta de la Corredera
nos volvemos a la
Cueva
no fuera el caso que en vez de princesa
la doncella fuera un lobo
de esos de garganta ebria
y se bebiera las consumiciones dejadas en las
mesas.
XII
El coche sale camino de una recta,
toma una curva
y se encuentra
con
la noble presencia
de un castillo
que sabe de estas tierras
más que
ningún profeta.
La puerta del castillo convertida
en una armadura
espesa
permanece abierta
y en lo alto de una de sus bajas almenas
segadas por la daga de una reina
me arroja una prenda
una esclava y
a la vez sirvienta
que duerme en sus mazmorras
y se alimenta
de la
luz de las estrellas
como si fuera una linterna.
Es el coche el que
me lleva
por una carretera antes llena
de conejos, perdices y alguna que
otra fiera,
ahora convertida en parque eólico
de una Mancha cada vez más
desierta.
En el Castillo queda
todavía noche
y almas en pena
como si fueran
siervos de la gleba
de aquella época
de trompetas
junto a la muralla
y mesnada de soldados
durmiendo la siesta
en un
patio de armas
con tanta historia a cuestas
que no cabe en ninguna
biblioteca.
En el Castillo de Garcimuñoz y en su Cueva
la noche se
alimenta de luciérnagas
al tiempo que de una pequeña alberca
salta una
rana y canta
canciones viejas
aprendidas en un monasterio con coro y
atrio de columnas esbeltas.
XIII
Una bruja y hechicera
llamada
Catalina La Morena
vuela
sobre el Castillo de Garcimuñoz
y a base de
dar vueltas
se posa sobre una chimenea
y con su escoba barre
cual
limpia sirvienta
el tejado de La Cueva.
Las risas de la hechicera
llegan
hasta la barra del bar repleta
de arlequines medievales
y
miembros destacados de una orquesta
que entonan un canto gregoriano
entre cervezas y más cervezas.
Es la bruja
la que alegra
desde el tejado de La Cueva
esta noche tan pesada como una cuesta.
Ya la bruja
montada en su escoba
cae el silencio
sobre el
Castillo y sus aldeas
y se queda
sola La Cueva
con su ruido de vasos
y música
Brujas con almas en pena
se acomodan en una
dehesa
para lanzar conjuros
y convertir un costal de avena
en un
pañuelo de seda
con el que secarse las lágrimas
esas que revelan tanta
tristeza.
XIV
Vuelvo a la carga
por que la faena es mucha
y el tiempo apremia
en
esta segunda década
de un siglo XXI
en que la juventud solo piensa
en vivir al día
pues el mañana es de algo más que pena.
Se
quedan los pueblos pequeños
como Pinarejo y el Castillo sin escuelas
y
los niños se convierten
en viajantes de primera.
Con la marcha de
los escolares
cual palomas mensajeras
me llegan
noticias de estas
tierras
en las que se habla
de que hay que apretarse
el cinturón, la
corbata
y la cremallera de la bragueta.
Jóvenes que se marchan,
empresarios en quiebra,
trabajadores en paro
y mayores a los que las
pensiones no les llegan
¡Válgame Dios la que nos espera!
Las puertas
cerradas
sin humo las chimeneas
duerme el Castillo
y sueña
con
otros tiempos
de mejores cosechas
y casinos llenos
hasta más allá de
lo que algunos se piensan.
En el Castillo uno rueda
y siempre llega
al mismo sitio
por mucho que desgastes las ruedas
XV
Vienen las nubes a dormir
a los pies del castillo
y buscan tras sus
murallas cobijo
pues saben que la noche es larga
y encierra graves
peligros
más allá de donde el horizonte
pierde su tino
y se abren
nuevas fronteras
hacia lugares desconocidos.
El Castillo desde lejos
es
como un suspiro
y cuando lo ves
piensas "estoy en casa amigo".
Como un relámpago,
como un trueno,
como una luz,
como un
alimento divino,
maná en el desierto,
gachas en el aprisco
y taja de
gordo de cerdo en el tajo
después de segar bajo los calores rígidos
de
ese sol manchego tan de luz limpio,
nos acercamos al Castillo,
y aquí
amigas y amigos
es obligado detenerse
para disfrutar
de ese ambiente
antiguo
que se respira todavía
si te dejas llevar
por el dulce trino
de pájaros emboscados
que desde donde les viene en gana
avisan a los
allí nacidos
que sus calles son en esos momentos
transitadas por
individuos
que sacan fotografías
como quien lanza al viento paja y
trigo.
XVI
No me mires viento,
no me mires amigo,
no seas en esa cuesta un lastre
y llevame hasta La Cueva
para beber un vaso de vino tinto
que ya la
tarde caída
y borregos dando brincos
tras el polvo
que se alza en
un camino
a mi solo me queda
en este pueblo y castillo
ya desierto
y comido
por un siglo XXI
maldito
descansar a la
sombra,
leer un poquito,
meditar y soñar
y comer chuzos
en forma
de agua raída
en un escriño.
Bueno el vino de la bota,
maldita
el agua del botijo
me quedo en mi sitio
a la espera de un poleo
relamido
con tila y paciencia
por un amigo
que se acerca para
decirme
que en esta Mancha
hay un cruel enemigo
que duerme como los
sapos
inflando sus fuelles
y cobijándose allí
donde los ventanuchos
no se abren ni cuando pasa el Cristo.
XVII
Es esta una historia real y verdadera, entre un rey cristiano Alfonso VI y una
bella princesa musulmana, hija del rey de taifa de Sevilla, Mutamid. Tal vez sea
la mas hermosa historia de amor, no solo de la España medieval, sino de la
España de todos los tiempos.
Al rey Mutamid le nació una hija de su
esclava favorita. La niña fue bautizada con el nombre de Zaida, y era de una
belleza espectacular. Se educó en una corte de cultura refinada y exquisita,
recibiendo clases de canto, de música, de poesía, de relaciones sociales…
convirtiéndose en una mujer inteligente, discreta, que causaba admiración en
cuantos la veían y la trataban. Pero eran tiempos duros para los reinos de
taifas, nacidos de la disgregación del Califato. Aunque Mutamid tenía uno de los
reinos más fuertes, no por eso dejo de ser tributario de los cristianos el
Norte, en concreto de Alfonso VI, que por aquel entonces eran más poderosos que
sus desmembrados vecinos del sur.
Cuando Zaida contaba solo 12 años,
entró en los acuerdos políticos que su padre intentaba cerrar con el rey
castellano. Durante años, los dos reinos fueron aliados y, era frecuente, que
los ejércitos castellanos acudiesen en socorro de las tropas sevillanas,
principalmente, para sofocar rebeliones internas que solían darse a menudo en
los reinos de taifas. Mutamid quiso cerrar el pacto con Alfonso VI y le ofreció
lo mejor que tenía su hija Zaida.
Alfonso, que había oído hablar de las
muchas virtudes que adornaban a la princesa así como de su singular hermosura,
no dudó en aceptar a la jovencita como prometida, si bien para un futuro, puesto
que ella era muy niña, todavía, y el estaba casado con Inés de Aquitania.
El rey cristiano aseguró al rey musulmán que el matrimonio no tardaría
mucho en celebrarse, pues su esposa, que debía estar enferma, no podía vivir
mucho más. La princesa Zaida llevaba como dote, nada menos que numerosas plazas
fuertes, lo que si cabe, le hacía aún mas deseable y el monarca castellano no
estaba dispuesto a renunciar a ella bajo ningún concepto.
Pero el tiempo
pasaba y la boda no llegaba a concretarse, mientras Alfonso VI iba casándose con
otras princesas cristianas. Desde el momento en que se vieron Zaida y Alfonso se
amaron, pero constituía un escándalo que un rey cristiano se casase con una
musulmana, por muy princesa que fuera. El monarca dejo que se impusiesen los
criterios de la orden religiosa de Cluny que tenía gran influencia en todas las
cortes europeas. Un delegado de esta orden se acercó hasta la corte castellana,
para disuadir a Alfonso de su casamiento con una mora, cuando muy bien podía
hacerlo con Constanza de Borgoña
En 1091 Zaida se desplazó a Castilla con un mensaje
desesperado
Pero nada se pudo hacer,
cuando la princesa andalusí llegó a la corte castellana, se recibieron noticias
de que Sevilla había caído y Mutamid, así como el resto de la familia real, eran
prisioneros de los almorávides. Zaida quedó sola, en una tierra que le era
extraña, y se acogió a la protección de su eterno prometido, el rey Alfonso VI.
De ahí a convertirse en amantes, solo había un paso. Ambos se querían, y la
pasión que sentía el uno por el otro les acabó de unir definitivamente.
En 1094 tuvieron un hijo, el infante don Sancho, que se convertiría en
el heredero de la corona, Zaida decidió renunciar al islamismo y se bautizó con
el nombre de Isabel. El rey, su prometido y padre de su hijo, en aquellos
momentos estaba casado con Berta de Borgoña, a los que los asuntos amorosos de
su esposo, no le importaban ni mucho ni poco.
Así esperaron otros cinco
años más, hasta que en el 1099 murió la reina y Alfonso, cansado de casarse con
mujeres que no quería, contrajo, por fin, matrimonio con la amada de su corazón.
El 14 de mayo de 1100 se casaron y su hijo quedo legitimado. El rey tenía esposa
y heredero, un heredero por el que corría la noble sangre de cristianos y
musulmanes, una ocasión de oro para el entendimiento entre ambas culturas.
Pero la felicidad para los tres fue muy corta. Apenas siete años
después, cuando la reina Isabel, que tenía tan solo 41 años, enfermó y murió al
poco tiempo. Alfonso, que ya era muy mayor, quedó desolado, pero ella, por lo
menos, se libró del dolor de ver morir a su hijo, un año mas tarde, en la
terrible batalla de Uclés. Ese dolor quedó entero para Alfonso, que en un tiempo
tan breve, perdió a los dos seres que más quería en este mundo.
En
Al-Borch Hamal
era rey de la morería
un caudillo árabe
que en
Sevilla vivía.
Se creía
su Dios así se lo decía
que en aquel su
reino
el siempre mandaría
por los siglos de los siglos
como lo había
hecho su familia
en otro lugares y villas.
Zaida su ojo derecho
e hija
graciosamente se reía
mientras jugaba al escondite
con
otras niñas
en un gran jardín
con ventanales adornados de celosías
que daban a una cantera de mármol
que junto a la alcazaba existía.
¡Ay de la alcazaba
y del moro que en ella vivía!
Un día la
villa fue asediada
y quedaron reducidos a astillas
su aljama, sinagoga
y barrio de la judería.
Al-Borch Hamal
fue como un sueño
en una
Mancha por el sol comida
y Zaida una princesa
en desgracia caída
que
con Alfonso VI se casaría
y a D. sancho engendraría.
XVIII
Una mano tenebrosa a hurtadillas
segó como si fuera una espiga
el
Castillo de Garcimuñoz
y lo convirtió en una ruína.
Edificado por el
Marques de Villena
sobre una antigua alcazaba
serviría de defensa de la
villa
y de sus muchas aldeas
en sus alrededores desperdigadas y
perdidas.
Su figura era tan bella
y se le tenía en tal tirria
que hasta ella acudiría
Jorge Manrique, guerrero y poeta
y a la
sazón isabelista.
Escaramuza o celada
a ciencia cierta
así es la
vida
que entre Isabel y la Beltraneja
¡vaya lío de familias!
las
crónicas anuncian
de la muerte de nuestro guerrero y artista
con mucho
ruído y poca música
y dicen que le entró una ballesta
o punta de lanza
fina
atravesándole los riñones
en una noche sin luna.
XIX
Cuerpo cuadrado
de recios y esforzados muros
sus torreones
cortados
con saña de sabandija
se elevaban sobre las alturas
y en
cubos profundos
sufrirían tormentos y torturas
pobres cautivos
capturados en razias y correrías.
Catorce pies de altura
y en
las más altas almenas
realizadas de sillería
lombardas gruesas
desde
las que se divisa
más allá de donde puede ver la vista.
Tosco e
impotente el Castillo
espantaba hasta las dulas
y cuando su gran portón
con filigranas góticas se abría
temblaban en la zona
los siervos de
las aldeas y villas.
XX
Sobre buenos sillares
de color
claro
como las alamedas por el sol pulidas
el Castillo de Garcimuñoz
retoza y sueña
y con él sus torrecillas
graciosas y vistosas en los
días
de cielos claros y nubes escondidas.
Impresionante la orla
que sostiene el coronado blasón
de su portada lisonjera
y voladores
tenantes sobre ella
ahora parecen restos
de una batalla perdida.
Don Juan Manuel
en el viviría
y allí escribiría
cuentos y
moralejas
y mandaría
esconder un tesoro
en algún lugar de la villa.
Caída y derruida la iglesia de San Juan
sobre el castillo se alza
a nuestra vista
y en uno de sus cubos
ahora campanario
tranquilo
respira
un despistado halcón
de mirada larga y fina.
XIX
De la partida de los Presupuestos Generales del Estado para 2013 desaparecen los
367.000 euros necesarios para continuar con la rehabilitación del Castillo de
Garcimuñoz. Un jarro de agua para este pequeño municipio que tenía muchas
esperanzas depositadas en esta obra. Francisco Lavara, su alcalde, asegura que
“se ha perdido toda la ilusión” que había en este proyecto.
Otra
vez la misma
el castillo de Garcimuñoz
no necesita de Isabel la Católica
para continuar su ruina.
Castillo de sillería
que a lo largo de
su vida
ha visto caer sus murallas
todo por culpa
de las disputas
palaciegas
y en este caso de la mala política
de aquellas que se creen
señoras feudales
en una Mancha poseída
por la mano ligera
que da
dádivas a quien se arrodilla.
Nunca estas tierras
han sufrido
de
tan vil tiranía
aunque los Pachecos
y Marqueses que por aquí vivían
hayan pasado a mejor vida.
Castillo poseído
por una leyenda
atractiva
no veremos acabar
y en esto no hay
otra cosa que no sea
mucha desidia.
Ya el castillo se muere,
ya se forma la comitiva,
ya por el llano se oyen trompetas intempestivas
anunciando declarada
ruina.
XXII
Por causalidad en internet me he encontrado esta noticia y me he destornillado
de risa. Lean ustedes, cuanta imaginación:
El Garrofer - Albacete
UN TERRORISTA SUICIDA hizo detonar el pasado domingo la canción Old
England is Dying, del conjunto escocés "The Waterboys" durante la misa de doce
celebrada en la iglesia de Castillo de Garcimuñoz.
El suicida, un joven
de 29 años de edad que responde a las siglas W.M.J., detonó la canción en plena
homilía, interrumpiendo la lectura del sacerdote y provocando un extraño fervor
sentimental entre el medio centenar de feligreses allí congregados.
La
deflagración del clásico tema provocó felicidad de tercer grado y graves
sonrisas en el propio párroco y otras veinte personas, que al cierre de esta
edición seguían bebiendo cerveza y dando brincos abrazados por los hombros en la
taberna de la localidad manchega, sin que ninguno haya sido aún dado de alta.
El cadáver del joven suicida sigue en el Tanatorio Municipal de Albacete
a espera de ser reclamado por alguien. Según el informe facilitado a este
periódico, el joven emanaba un amargo olor a flor de retama y jara, y tenía el
cuerpo cubierto de una suave pelusa blanca
la canción la pueden
disfrutar en la siguiente viñeta
XXIII
La vieja España se está muriendo
por mucho que en Galicia gane el PP
pues en la Pais Vasco dan la badana los nacionalistas.
No hay motivo
para tirar cohetes
ni lanzar al aire sillas
pues España está que arde
sin necesidad de que nadie nos lo diga.
Suben los parados,
aumentan
las rogativas,
los pobres se miden por millones
y en Cataluña se hacen
segregacionistas.
Ven a La Cueva amigo/a
y hazte una cerveza ahora que
no hay prisa
ni para ir al trabajo,
ni para segar hierba para la
borrica,
ni para salir a la carretera a ver pasar a los ciclistas.
A la
sombra de una higuera
veremos caer los higos
a picotazos por los
pajarracos comidos,
por eso vente a la cueva amigo/a
que la noche es
larga y para mañana no hay prisas
XXIV
Viene la noche y cual vampiros
acudimos a saciarnos
con algo de buen beber,
y en estas que estamos
en La Cueva en familia
tranquilos por doquier
y a punto de escuchar
música de acordeón
tocada por Musiquillas,
en las fiestas de El
Castillo,
venido desde Pinarejo en una moto
a todo meter,
un amigo
del Castillo,
nos cuenta tantas aventuras
que Javier se nos duerme
y
con él
casi el resto de la tertulia
en esta noche de mucho temer.
Entre tomates del terreno,
pipas a granel,
y aguardiente de
orujo
hablamos de lo habido y por haber.
Del Villazgo de La Almarcha,
del Marques de Villena,
de la Sábana Santa,
de las bondades del té,
de las perdices en escabeche,
de la cabra montés,
del mármol de la
cantera,
y de Santo Domingo y la Habana
sin querer saber el por qué,
y de eso que se llama
labrar los campos y esperar a ver
lo que nace
y puede crecer.
Tertulia en la Cueva
ya la una pasada
a Dios hay
que temer
se esfuma la ilusión sin querer.
XXV
Fidel Castro en La Habana
y con él, "El Che",
y una tertulia de amigos
en La Cueva
que no saben el por qué
las cosas son diferentes
con
solo poner
kilómetros por delante
y ascender
hasta no más volver a
ver
la tierra que a uno le vio nacer.
Sardinas de bota
me vienen
a apetecer
y como si fuera caviar ruso
yo me las quiero comer
con un
poco de pan
y vino a todo meter
de ese que se pisaba
y se dejaba
fermentar
en una tinaja o tonel.
Buenos puros los de Fidel
eso
me dice un amigo
al sentir el olor que vienen a desprender
cuando estos
comienzan a arder,
en la puerta de la calle,
tal y como por ley debe
ser.
XXVI
En La Cueva hubo
una cata de tomate ecológico
el mecenas fue Javier
y las solanáceas de su plantel.
Son pequeños los tomates
y en la
boca se convierten
en miel
y si los saboreas
te vuelves a una
infancia
que visto como está el mundo
no valió la pena perder.
Tomates como los de Javier
ya no se pueden comer
pues sus
semillas son de oro
y el les pone música a todo meter
cuando los va a su
huerta a recoger.
¡Ay que tomates los de Javier!
XXVII
¡Ay de la cueva!
hay allí
desde una trilla
a un candil
y una
música
de esas
de me quedo por aquí
con solo oír
como suena
y se deja sentir
entre maullidos de un gato
y gritos de un amigo
sordo
de un solo oído
que me pone a parir.
¡Ay de la Cueva!
es la hora de partir
y de volver
como buenas ovejas
al redil
para poder dormir.
XXVIII
Siempre fue cañí, poesía en flor,
esta Cuenca manchega
de mujeres bellas
con fuego en los ojos
que encienden pasión
con solo verlas segar
con la zoqueta y la hoz.
En el bar de Javier,
que es un derroche
de luz,
son las zambras de su cueva,
un místico cuadro andaluz.
El conquense y la bailaora
y el mocito cantor
dan a las fiestas
locales
mayestático fulgor.
Fiestas conquenses,
gentiles cuadros
de España... cañí.
Admirando a to' lo habido y por haber
se ve la gracia
por doquier
en el ambiente y el cantar
que se derrocha a costales
con solo mirar como se mueve la tropa
al primer compás.
Es de
Cuenca La Mancha
un crisol de oro y una linda estampa
con unos
monumentos sin igual
donde palpita la vida
de esos pueblo antes de
fachadas
de color blanco como el sol
y ahora del color
que les da su
amo y señor.
Ésta es mi Cuenca, la tierra más bravía.
¡La Cuenca
cañí!
en la que yo nací
y ustedes, no se me enfaden, también,
¡como
no!
XXIX
Pido en la cueva piña con ron
y
cubano me creo sentir
pues esta bebida es por allí
junto al mojito fácil
de adquirir.
Recuerdo en la Cueva
como las palmeras se balanceaban,
y las olas venían a morir
a una playa desierta que descubrí
cerca de
la Habana
cuando estuve de vacaciones por allí.
Cuba libre
(cubalibre)
gritaba el Che
Cubalibre en la Cueva
mi hermano vino a
pedir
con toque de ginebra y sin limón
y ya a punto de salir
le oí
decir:
Fusiles a mí
¡Viva la revolución
con rosas en los cañones
recolectadas en el mes de abril!
XXX
Vengan hasta La Cueva,
vengan hasta aquí,
pues en la barra
se les
puede servir
desde agua de botijo
hasta la patriótica paloma
con que
combatir
los grandes calores
que todavía arrecian
y se dejan sentir
a esas horas de la noche
difíciles de definir.
Traigan alegría
y ganas de reír
pues todo lo demás
no es bueno
ni para la salud
ni para el día a día vivir.
Legiones romanas
en una noche
en
que los cuervos vienen a batir alas
se ven por aquí
con solo asomarse a
la calle
y contemplar un letrero que dice
"Segar" estuvo aquí
Entre matanzas de cristianos,
gritos que no quiero oír,
con Abú
Yaqúb Yusúf
El castillo vino a llamarse Al-Borch Hamal
y esto fue así
hasta que Alfonso VIII
conquisto Cuenca
y envió a su caballero Garci
Muñoz hasta aquí.
XXXI
Rosales en una maceta,
pinos de
piñas mil
y una fuente de la que brota
agua que sirve para combatir
los dichosos calores otoñales
que se levantan por aquí.
Llego
hasta un monumento
que indica
que Jorge Manrique murió por allí
y en
una hornacina vacía
veo lo que pudo ser
el cascarón de un huevo
tal
vez de perdiz.
El Castillo a lo lejos me llama
y tengo que acudir
pues se ven
a poco los ojos abrir
señales de polvo izarse y subir
hasta un cielo claro
pintado de color marfil
por un pintor diestro
que por el Vaticano debe vivir.
Cuesta arriba
y cuesta abajo
al fin
ya en el Castillo
me siento en un poyo
y creo sentir
del respiradero de una cueva salir
un susurro que dice
¡entra aquí!
Cuevas con olor a vino añil,
a perniles y chorizos
las he visto
y las vi
pero estas del Castillo
tanto me gustan a mí
que en algunas
de ellas
me quedaría a vivir
a las buenas de Dios
bien provisto de
cuchilla y mandil,
chimenea, galgo y rocín
y un colchón de lana
con
que tener un buen dormir.
XXXII
En el año 1085, Alfonso VI conquista
Toledo y establece allí su corte. Los reinos de alAndalus, temerosos por el
avance cristiano, reclaman la ayuda de los almorávides del norte de África, una
ayuda que les volverá pronto en contra. AlMutamid, rey de Sevilla, solicita
ayuda a Alfonso VI, utilizando como embajadora a la bella e inteligente Zaida.
La pasión nace de inmediato entre el rey y la cortesana, pero la corte no está
dispuesta a aceptar ese amor ni las consecuencias que traerían para el reino
cristiano un descendiente con sangre musulmana. La intriga política y la pasión
se enfrentan a un contexto histórico de una gran riqueza, pues pone en contacto
a dos modos de pensar y a personajes, como Zaida y Alfonso VI, de una
sorprendente modernidad.
¡A Zaila bella y joven
la quiero para mí!
exclama Alfonso VI
antes de partir
su mensajero hacia Sevilla,
corte del Rey AlMutamid.
Zaila se sabe reina
pues en un conjuro
ha visto a Alfonso VI
en su regazo dormir,
por eso le dice a su
padre
que hacia Toledo quiere partir
para juntarse
con ese Rey
cristiano
que se viene a dormir
en medio de sueños
que con nadie
quiere compartir.
Se opone la nobleza
a un desenlace feliz
y
quiere
antes a Zaila como cortesana
que como reina
con la que vivir
días de gloria todavía por venir.
Zaila tuvo un hijo
y Dña
Urraca no sabía que decir,
Sancho murió en Ucles
por fin la nobleza
descansó feliz.
XXXIII
Tenue la luz de una bombilla,
sombras creo presentir
en esa horas del
día
en que la luz se resiste a partir.
Es la noche con sus añoranzas
la que me gusta a mi
a luz de candil
y quejidos de las brasas
resintiéndose en el fuego a morir.
Recuerdos me vienen
de
castañas asadas,
pucheros con olor a hueso de pernil
y gatos entrando en
la gatera
para celebrar un festín.
Recuerdo el último día
antes
de partir
y en ello hay nostalgia
de una infancia feliz
en un pueblo
tan blanco
que el sol vivía allí.
Pueblos de blanco España
se
resisten a morir
en una Mancha cada vez más despoblada
insolidaria e
infeliz
XXXIV
Avisos de muerte
con trompetas y a caballo
se oyen en las calles
mientras corren judíos,
musulmanes y cristianos.
Dicen los
alguaciles
miembros del concejo
y soldados
que en batalla ha caído
a tiro de piedra
del Castillo de Garcimuñoz
un gran guerrero
luchando
contra su señor y amo.
Ya las puertas
del castillo
cerradas
a cal y canto
hay revuelo en las altas almenas,
regias
habitaciones,
y en los escondidos sótanos
pues todos huelen
que
recaerá venganza
y esta llegará desde lejos
tarde o temprano.
Nadie
sabe cuando.
Maldito sea esa noche
en que por el Castillo de
Garcimuñoz pasaron
soldados de la reina
amenazando, saqueando y retando
y maldito sea
el destello del acero
al hundirse en el cuerpo
de
Jorge Manrique
por el único lugar del cuerpo
a salvo de flechazo,
ballesta o lanzazo.
De esta forma
como si hubiera
sido Aquiles
y la flecha
la hubiera lanzado
París
o Cupido enamorado
muere el buen poeta
en tierras de un noble empeñado
en ser contrario
a las voluntades
de una reina
que no se contenta
con lo
heredado.
XXXV
Fue allí
donde la armadura crujió,
donde se oyó
un grito de dolor
y el lugar
en el que Jorge Manrique murió.
Ajustado el casco
y a trote
un mensajero del Marques salió
camino del Castillo
para anunciar a su señor
que el guerrero poeta
andaba camino de
entregar
su alma al Señor.
Sin lugar a dudas,
sin más temor que
a Dios
y con la esperanza
en una posible resurrección
cerró los ojos
Jorge Manrique
y su alma se marchó
camino de una pinada
entre coplas
con olor
a muerte y versos de amor.
Fue él quien murió.
Fue y se
llevó
la luna
el reflejo de su alma,
el sol
su última
composición
y un coro de serafines
que colgaban de un portalón
su
cuerpo para enseñarlo
a cualquier ocasión.
Él era talento
y en
la corte
cual ocasión
vendedor de suspiros y tejedor
de mantos
hechos para la ocasión
de una muerte certera
que en su persona recayó.
Velo prieto ¡negro!
su muerte
como la pólvora corrió
mientras mujeres
de buen lugar
le dedicaban lágrimas
y alguna
que otra oración.
XXXVI
Por la tierra
y por su honor
y por la Reina marcha
Jorge Manrique
camino de La Mancha
de Montearagón
a colocar pendón
en lo alto
de un castillo
si viniera la ocasión.
Las huestes cabalgan
y sin
encomendarse a Dios
se acercan a un castillo
y contemplan con estupor
que es hora de recogimiento
y casi de oración.
La vida es
ilusión
y cual ocasión
para morir por Dios
se encamina el poeta
camino de su perdición.
Será, se oye decir,
en este lugar
donde venga a morir yo
alejado de la corte
y de todo aquello
de
lo que me serví
y me sirvió.
Y va a ser en una celada
sin
cánticos
ni otro tipo de pregón
que estruendos de trompetas
como
todo ocurrió
y la muerte del poeta se anunció.
XXXVII
Escopetas recogidas
y en la cintura mandil
dos chuscos y una perdiz
sirven de alimento
a un cazador
que en La Cueva cuenta
que de un
disparo mató
a tres perdices
y un conejo ramplón.
Los cazadores
son
lo mejor de lo mejor
y llegada la ocasión
si te descuidas saben
de "to".
Todo sirve,
ahora que andan por ahí,
para matar el
jabalí,
desde el cañón,
hasta el perdigón.
Hay que tirar al
bulto
con precisión
y si se hace en la barra de un bar
mejor que
mejor
pues en caso de fallar
no hace falta subirse a ningún tractor
XXXVIII
Desde la cima de una motilla
vigila con ojos de cernícalo
un ave
nocturna
que sabe de estas tierras mucho
por lo visto y por lo oído
en círculos diurnos y nocturnos.
Animal que habita
en tal
desierto páramo
sin árbol frutal alguno
debe ser estimado y querido
pues lleva sus penas a cuestas
sin moverse del sitio
ni hacer con su
pico ruido.
Hay cernícalos a patadas
y además mochuelos y buhos
que velan
desde los siglos de los siglos
por lo nuestro
ya sea
nuevo o antiguo
con respeto a los muertos y a los vivos.
Por el
Castillo he visto
un mochuelo volar
y enseguida me he dicho
esto es
de pensar
pues los mochuelos
son animales divinos
y desde las ramas
de los olivos
nos vigilan sin parar.
XXXIX
Al pasar por el Castillo
en una noche de ánimas
una sombra vi
y tal
fue el asombro
que paré el coche
y miré hacia allí
donde una lámpara
se movía
entre almenas de recortado perfíl,
cubos a medio construir
y un armazón de metal
que parece la fragua de Martín.
¿Ví un
ánima en pena?
¡No se lo que vi!
Tan solo una luz blanca
que
me hacia señas desde allí
donde el Castillo se alza
y se oye el dulce
tañir
de unas campanas con más historia
que la propia capital de España
a sabiendas de todos Madrid.
En noche de ánimas
si por el
castillo
vienes a pasar
no aceleres el coche
y para
si crees
oír:
dame una manta amigo
que tengo ganas de dormir,
por caridad
cristiana
atiende la súplica
que es un ánima que te viene a pedir.
En las noches de la historia
en los sótanos del Castillo
se oían
a almas en pena pedir
una oración cristiana
que les hiciera del
Purgatorio salir.
Ya las almas en el cielo,
ya el castillo a medio
construir
el ronroneo de un felino gato avisa
de que el solo
es el
que habita allí.
XL
Colorín, colorado,
cueva arriba y cueva abajo
se remoja el pollo
y
canta en Garcimuñoz el gallo
a la hora en que las sirenas
en el
atlántico toman baños
de sales marinas
y algas de las islas Galápago.
Cuento en una noche
de cielo cerrado
en que las ardillas volaban
de árbol en árbol
y los gatos maullaban
con tal descaro
que los
tejados quedaban convertidos
en improvisados escenarios
donde los
actores eran
dos amorosos gatos.
XLI
Ya la noche
de las ánimas pasada
y todos en el Castillo
con mejor ánimo
toca hablar
de ese pueblo
con más ruinas arqueológicas
que la famosa
ciudad del Vaticano
No vendría nada mal
que la Cospedal
estirara del presupuesto
y con cuatro apaños
arreglara el castillo
y lo dejara
tal y como figura en los planos.
De vergüenza es
ver un castillo a medias
como si le hubiera pegado
un mordisco un asno.
Total hablamos
de unos millares de euros
ya presupuestados
que a buen seguro
irán a parar a otros asuntos
de menos calado.
Los del Castillo de Gasrcimuñoz quieren
ver su monumento acabado
pues es de mal gusto
pasar junto al recinto amurallado
y ver piedras por todos los lados
como si se acabara de caer
y dentro florecieran nardos.
Un castillo es
de su pueblo
su monumento más valorado
pues el pueblo lleva su nombre
con orgullo sano
aunque por Toledo se dice
que lo arregle su amo.
XLII
Largo el día
y más la noche
las estrellas comienzan a llegar
y se depositan sobre el cielo
siempre en el mismo lugar
como si el Castillo de Garcimuñoz
fuera su casa
y aquí tuvieran que invernar.
Noche de lluvia de estrellas
y de pausada calma
que se respira
en todo el lugar
al pasear por sus calles,
y sobretodo al hablar
y tener la sensación
de que el tiempo
por aquí se mide
de una forma muy particular
aunque el reloj nos diga
que son las tres de la mañana
y el calendario marque un día más.
XLIII
Dos de la tarde ya pasadas en Guadasuar
en una partida
denominada La Garrofera
donde los níscalos han venido a crecer
entre
matas de coscollos, pinos y maleza.
Llegar a este espacio rural
delimitado por un canal de agua y una estrecha senda
y provistos de una
cesta
y de una navaja como herramientas
pasearse el monte de arriba a
bajo
a la búsqueda incansable de esas deliciosas setas.
Es la vista la
que escudriña y la que los encuentra
allí donde a duras penas
el follaje
deja ver la superficie de la tierra.
Hombres y mujeres avanzan por el monte,
rastrean
y al menor indicio se lanzan sobre su presa
que impasiva
ante la presencia humana
nada ni bueno ni malo de ellos espera.
Nos abre
el monte su alma
compuesta de silencios descomunales, rotos,
por
algaradas de cánticos espirituales
y nos vamos
a la búsqueda de tan
extraordinaria orquesta
allí donde espacios tomados por soles
se
muestran
tal y como y como acostumbramos a llamarles
con el nombre de
naturaleza.
Acariciante la luz busca mi cuerpo
y lo impregna
de
ansias de vida
que se fijan a mi chaqueta
y cuando ya de camino hacia mi
casa
miro por el retrovisor
hacia el lugar en el cual me llené de tantas
y tantas presencias
me quedo como único recuerdo con el silencio
mutado
por la hojarasca cuando revota y cae sobre la tupida hierba.
XLIV
En el Castillo de Garcimuñoz vi
cual paloma mensajera
una lechuza
y
entendí
en sus ojos abiertos
en una rama de olivo
que tras la mirada
profunda
se escondían años de mucha cultura
pues a pesar de los pesares
nuestra fauna animal
y flora
no emigra
ni necesita de collares
ni de otro tipo de composturas
para mostrarse tal y como es
y fue en
su día.
Todo lo demás tiene su momento
y como tal
cada uno lo
disfruta
de la forma que quiere
y entiende que es más oportuna.
Lechuza en una oliva
y yo recolector de aceitunas
el cuadro es
de envergadura
y la postal debería llevar por nombre:
en una noche
profunda
de asar castañas
y no comerse ninguna
XLV
Javier en La Cueva
toca la acordeón con tanta cordura
y compostura
que un gato que duerme
en una cuna
se levanta y mira
para ver la
luna
pues la música
le suena a celestial
y en esto de tocar
Javier sabe más
que cualquier artista
de esos de tablao y manzanilla
y muchas palmaditas.
No recuerdo lo que tocó
ni si fue
pasodoble o seguidilla
pues a lo visto la acordeón
tenía el fuelle
estropeado
y las teclas no se veían.
Ganas le puso Javier
se
veía en su cara de artista
y dedos trabajados
en eso de hacer de la
acordeón
un instrumento muiscal de altura.
Ya la acordeón duerme
un sueño de altura
en una caja de cartón
que le sirve de sepultura.
Bien por Javier
y por esa cantidad de objetos
que forman parte
de nuestra cultura
y el atesora
como si le fuera en ello la vida.
XLVI
Hablemos de cultura
y de esas piedras
que si hablaran
nos pondrían
los pelos de punta
pues el Castillo de Garcimuñoz
fue y en esto
no
le quepa a nadie duda
patria de hombres y mujeres
que sirvieron a
Castilla
con tanta grandeza y altura
que sus nombres reposan en los
libros
y en las biblotecas antiguas.
Vive el pueblo
una aventura
perdida en la historia
que de vez en cuando se respira
a través de
libros y aventuras
que hablan de Ignacio Garcia Malo
escritor, narrador,
dramaturgo, traductor y helenista;
y de tantos y tantos personajes de
altura
que los hay fundadores de ciudades
en la America latina;
obispos de Cerdeña, Filipinas, Canarias
y santiago de Cuba;
militares como Machuca
de quien desciende la Casa de Alba
aunque a
ellos esto seguro que no les gusta;
contadores de Castilla
y eruditos
como Pedro Nuñez de Avendaño
sin olvidarnos de martires
como Nicolas de
Tolentino
y sin lugar a dudas yo me quedo
con Alfonso de Mendoza,
poeta era que así decia:
«¡Oh asno que a Dios lleváis,
ojalá
fuera yo vos!
Suplícoos, Señor, me hagáis
como ese asno en que vais
y dicen que le oyó Dios»
XLVII
Yo corrí una vez
esa carrera popular
que va desde el castillo de
Garcimuñoz
hasta un camino de armas tomar
y la verdad es que lo pase mal
no por culpa de nadie
sino de mis ansias de llegar
entre los
primeros
para poder decir aquí está
uno de Pinarejo que quería ganar.
La bajadita fue tan bien
que me atreví a acelerar
pero ya de
vuelta
la cuesta se hizo infernal
y con muchas agallas
y poco fuelle
en el morral
más que subir
arañaba con las uñas
con el fin de no
resbalar.
Recuerdo cerca de la meta
un aplauso general
y a un
forofo gritar:
¡Va gandul que no llegarás!
Terminé como pude
y
de esas forma tan original
hoy puedo contar
que la carrera del Castillo
lo es para poderla disfrutar
y dejar las animaladas
para los
animales de pienso y de corral.
Si te atreves a participar
sal a la
carrera
y no se te ocurra mirar hacia atrás
pues de hacerlo yo te
aseguro
que te entrarán ganas de parar.
Ánimo que a la vuelta de la
esquina
para el mes de agosto
la carrera se volverá a convocar
y
para esas fechas si te cuidas
en el Castillo debes estar
para participar
y quien sabe si ganar.
XLVIII
Me encontré una fotografía con un castillo
y me dije
este es el momento
y el lugar
para tirar mano del ratón
y alabar
las muchas cualidades
de ese pueblo tan original
con un castillo de piedra
por el que yo
he visto rondar
duques y fantasmas
y el alma de un pobre de solemnidad
dando vueltas a una de sus torres sin parar.
Se abre el castillo
y aunque nadie dentro puede entrar
todos hablan de él
como si
vivieran en aquel lugar.
Ya la noche traicionera
las luces del faro
de un coche
se ven más allá
de un camino que lleva al pantano
y de
otro de no mirar atrás
pues en él murió Jorge Manrique
y desde entonces
parece sembrado con sal.
XLIX
En La Cueva me vino a pasar
un milagro difícil de contar
y es que en una
noche
de mucho pesar
ya el agua del cielo
cayendo sin parar
se
oyó una voz
decir en tono coloquial
cobrate lo mío y los demás
que
se paguen
lo que acaban de tomar
y para cuando estos amigos
me
inviten en Pinarejo
ya se verá.
Bueno el cascarrillo,
el amigo
era de armas tomar,
castillero por todos los costados
a mucha honra
y eso es de alabar,
el poder encontrar
gente con tanto humor o más
que esos otros contertulios
que en la barra
se imaginaban lo que iba
a pasar.
Quedas invitado amigo
y si por alguna de ellas
nos
volvemos en el Castillo a encontrar
le pido a Javier,
dueño del local,
que apunte bien
lo que el amigo se viene a tomar
y que tenga
panciencia en el cobrar.
L
En esta noche de pegar blincos
como si fuera un gazapo perseguido
por
una jauría de galgos
y un cazador con cara de pocos amigos
no me olvido
ni del bar la Cueva
ni de Javier, mi amigo,
que con su carácter
buenachón
y cara de saber mucho en su oficio
hace por el pueblo
lo
que no está escrito
ni nadie verá nunca en un libro.
Por ello yo lo
nombraría
señor del Castillo
con título honorífico
para él,
descendientes e hijo
y pondría a una de sus calles
en placa de marmol
y pedestal de granito
su esfinge serena
y una leyenda que asi dijera
en látin antiguo:
Consuetudo quasi altera natura
("La costumbre es
nuestra segunda naturaleza").
Autor: José Vte. Navarro Rubio