Como si fuera
-perdón-
la viva reencarnación
-uno o dos-
de Becquer
-su mejor autor-
Buscarini vivió
a dos caminos sin callejón
¡valga Dios!
entre su "yo"
y el otro "yo"
que Dios le dio
y de esta forma creció
siempre pendiente
¿de quien soy?
y ¿donde estoy?
En esta su sensación
de ser poeta y actor
intentó con ayuda de algún que otro interlocutor
profesionalizar su devoción
y de esta forma se encontró
solo ante el mundo
como el día en que nació.
¿Podrá ser se preguntaba Buscarini
en más de una ocasión
que teniendo talento
para lo que Dios me dio
me vea mendigando y pidiendo
como si fuera un ladrón
por el que se siente compasión?
No se conoce contestación
a lo que se pregunta en el anterior renglón.
Se fundió un interruptor
y el poeta marchó
hacia un hospital psiquiatrico
por recomendación
de quien lo parió
que allí agobiada lo dejó
para que sanaran al hijo que al mundo dio con tanto dolor.
Autor: José Vte.Navarro Rubio
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