No me vengo al día
naufragando en un Madrid
que se despierta con olores a letanías.
Por renunciar a la noche
no me vengo
pues en la oscuridad
más absoluta
se me activa ese viejo fuelle
que aviva
la llama que enciende mis poesías.
No me vengo
por otros motivos
que no sean,
apunten en el diario
de sus vidas,
sentir la luz
sobre mi cuerpo
y ver mis libros
con mi firma
corriendo de mano en mano
y de primera página
de diarios y revistas
a tertulias en cafés
con olores a sabiduría.
No me vengo
al quite de ese toro
que me embiste
todos los días
y se transforma
en hambre y desdicha.
Si me vengo
a mostrar entre clarores,
silencios y sombras difusas
es porque en la noche
se despiertan los fantasmas
que me rondan desde toda la vida
y de no dormir
y pensar
-martillo, yunque y brasa viva-
en aquellos otros poetas.
hasta la misma saliva,
entre ellos Becquer con sus Rimas,
silenciados por una marabunta
que todo lo inunda
y en Don Roso de Luna
y sus encantadoras teorías
sobre la teosofía,
me quedo quieto
y prefiero que me tomen
por un rufián pega sablazos
que vendía
su alma al primer postor
que ante el se descubría.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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