miércoles, 5 de febrero de 2014

POESÍA: TODO QUIERO DE GRANADA


En Granada sierra,
agua y nieve
y en Granada ella
y él que la ama
se sienten heridos
por aquellos días de batallas
en que la ciudad fue rendida
de la misma forma que se venden unas viandas
para saciar el hambre de poder
y de venganza.
Todo quiero de Granada,
su luz que no cansa
y sus montes
aunque en ellos crezca la grama,
quiero de Granada
el ronquido de los que duermen
y no se cansan
de amar a su tierra
y morir por ella
cada día
de cada semana.
En Granada
una promesa
y en Granada
aunque no se quiera
cada mañana
se alza el alba
entre promesas
por cumplir
y entre hazañas
de todos aquellos que derramaron su sangre
a lo largo de la historia de España.
Por Granada
uno hasta esas tierras se marcha
y por Granada
un Rey lloró
antes de entregarla.
Granada
tiene su Alhambra
con leones y patios,
con pasillos y murallas,
altas y bajas habitaciones
y como si todavía
por allí caminara
un viejo sarraceno
de espaldas anchas
en la Alhambra se oyen
entre los rumores perpetuos del aire
que golpea sus entrañas
viejas historias que parten el alma.
Granada
tiene su barrio
donde se oyen tantas palmas
que los palmeros de toda España
allí se juntan
para alegrar las mañanas
y en sus cuevas
con olores a tierra amada
se siente uno granadino
pues así la historia lo manda.
Me voy por esas tierras
de Granada
desde la lejanía que espanta
y lo hago como siempre
luciendo en mi cara
los reflejos del sol
cuando caen sin pedir a cambio nada.

Autor: José Vte. Navarro Rubio  

POESÍA: HABLEMOS DEL SILENCIO AHORA QUE EL MUNDO REVIENTA

 
Todo es sobre la tierra
silencio,
es silencio que hiela
de esos que suben por la espalda y se instalan en nuestras cabezas.
Silencios del alma,
de palabras que no llegan a ser como el agua de las fuentes aliviadero de penas,
silencios
entre oraciones a una santa fría por fuera,
silencios
de los que mandan y mienten más de lo que se piensan.
Son silencios
los que brotan en el ocaso de los días
sin más historia que la que los medios de comunicación nos cuentan
y entre silencios y penas,
y entre batallas y guerras,
y entre programas informativos que cuentan lo que quieren y a ellos les interesa
mis silencios me llevan
a otros tiempos en que uno era
como una gota de agua en un océano, a buen decir nada que se sepa.
Canto al silencio
y lo hago, aprendan,
tan tranquilo y tan lleno de luz por dentro y por fuera
que apenas que abro los ojos
y me dejo llevar por las escenas
que ante mi se presentan
me digo a mi mismo, y lo digo, entre penas,
que la soledad que no se cuida es como el amor que no se conserva.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: EL NORTE DE ESPAÑA EN ALERTA



Temporales en Cantabria, Galicia, Asturias y País Vasco
y donde no se cuenta
y como si estallara la tierra
las olas se levantan y se llevan
el trabajo de los hombres y mujeres de aquellas tierras.
Cada 40 años
como si habláramos de la misma guerra
el mar se rebela,
luego somos, como dijo Albert Camus,
y ya nadie recuerda,
que la historia muchas veces se lleva
todo aquello por lo que luchamos
y todo aquello que se espera de nuestro paso por la vida presente y venidera.
Las olas remontan los espigones
y como si fueran de mantequilla tierna
se los comen sin más tardanza que el sonido seco de su furor sobre las duras rocas y piedras
y en el estupor
y en la esperanza de que pase la tormenta
nos llegan desde las entrañas de ese Océano, a veces buena despensa,
malas nuevas
en forma de nuevas tormentas
por parte de esas amigas de Atila
y compañeras
de esos siete jinetes del Apocalipsis
que Blasco Ibañez inmortalizó en una novela.
El mar rugue
y su venganza siempre es verdadera
para esos tiempos en que todos esperan que reluzca el sol sobre la superficie de unas aguas serenas.
En el Norte de España
para estos días se esperan
algo más que desolación y tristeza
pues las tormentas traen miseria, muerte y pobreza.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESIA: DE AQUEL PINAREJO DE CUENTOS Y CUENTAS












De buena mañana es
y en Pinarejo nieva
entre sollozos que se oyen
en las camas
y palabras viajando por el espacio
que avisan
para que nadie salga
de entre las sábanas
pues es día de fiesta larga.
La nieve tan blanca
y la vida tan llena
de callos en las palmas de las manos
y de arrugas en la piel ennegrecida
por el sudor de la siega,
por los días de vendimia,
y por las noches a ras del cielo
vigilando las cosechas liados en una manta.
Nieva
y en Pinarejo
la nieve asimismo se encuentra
cuando los campos se visten de blanco
y las liebres se esconden a la espera
de que pase el temporal
y llegue el sol
con su radiante esfera dorada.
Es invierno en Pinarejo
para cuando uno se enfunda de valor
y se llega
hasta ese momento preciso
en que un cerdo gruñe
en la gorrinera
y unas gallinas ponederas
miran de reojo los huevos recién puestos
sobre la paja seca
como si fueran verdaderas perlas.
La borrica despojada de la albarda y aguaeras
mira hacia los cerros pelados
que por el horizonte se contemplan
pues se sabe animal de carga
desprovista de todo tipo de delicadezas
por parte de quienes hacen uso de ellas
para todo lo que tenga que ver
con las labores del campo
en tiempo de cosechas y de siegas.
La noche en Pinarejo
se viste de negro
que no de fiesta
y su luto es
al igual que el de las mujeres y hombres
que viven por esas fechas
tan solemne
que asusta más de la cuenta.
Por aquellos días
a los que se refieren estos cuentos y cuentas
uno en Pinarejo era
como el tomillo
del monte,
como el cardo
de los ribazos de la carretera,
como el tronco
de los pinos
y como las viejas cepas,
parte del terreno,
de la historia y de las vivencias,
esas que no se olvidan
y que si no se cuentan
permanecen olvidadas
como si se las tragara la tierra.

Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: CUANDO POR PINAREJO ERA DÍA DE ESCUELA

 
AUTOR DEL GRABADO PACO ARENAS

En Pinarejo era día de escuela
con los copos de nieve cayendo desde el cielo a la tierra
y nosotros los niños jugando a hacer un muñeco tan grandes que se alzaba dos palmos
sobre nuestras cabezas.
Nevaba en Pinarejo mientras los corrales se llenaban
de troncos de leña
y de humo blanco, fumata de paz y no de guerra, que salía por las chimeneas.
De mi casa a la plaza
una estrecha senda abierta a golpe de pala nos llevaba camino de la escuela
situada para aquellos días, por ser párvulos de pocas letras,
en aquella casa solariega
que un tal Melgarejo o Sandoval, depende de quien lo lea,
tenía en la calle de su mismo nombre
muy cerca por cierto de la iglesia.
Por allí los Belinchones tenían también parte de su hacienda
y el guarda que lo fue del pueblo
para aquellos años de historia desconocida y negra
habitaba tan cerca de la escuela
que todavía oigo el ruido de sus botas al resbalar sobre las piedras
de aquellas calles tan paseadas por personas, animales, carros y galeras.
Era día de nieve
para cuando esta historia comienza
y llegado el mediodía recuerdo en la misma calle una caldera
y a unos niños y niñas bebiendo aquella leche tan americana y tan buena
que todavía resbala por mi garganta cuando me hablan de ella.
Troncos de leña ardiendo
vagan por mi memoria
y como si fuera
el primer día de clase
y nadie en la estancia aquella estuviera
me veo sentado sobre un taburete mirando con recelo hacia una pared negra
donde resaltan palabras
y algún que otro dibujo cuya imagen difusa se queda
atrapada en el hilo de la memoria para llenarme de impaciencia.
Era Dña Pía mi maestra
y se esforzaba,
aquella mujer buena,
en meter en nuestras cabezas
algo más que no fueran
tarugos de leña y melancolías amasadas en la cocinas de nuestras consciencias.
Bajaba yo
la pequeña cuesta
tirando los libros al cielo
y ya cerca de la casa abadía en un jardín, con aljibe y azucenas
aterrizaba mi pequeña muestra de lecturas educativas
que no iban más allá de las primeras letras.
Cartilla y libreta,
lápiz y talego con un poco de merienda
y como si fuéramos papagayos
enjaulados tras barrotes de hierro forjado en la fragua de Martín, camino de Santa Ana,
recuerdo todavía aquellos cánticos que servían para aprender a leer
por lo que pudiera ser y no era.

Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio

martes, 4 de febrero de 2014

POESÍA: PINAREJO ENTRE NOSTALGIAS QUE ME LLEGAN




              Dibujo de Paco Arenas


Una pinarejera mira,
igual da su nombres
pues puede ser tu madre, hermana, tía o abuela,
y en su mirada serena
se ven como se alzan cadenas
ya acabada la guerra.
El pan a la mesa no llega
y los campos aquellos de trigos que eran lo que ataba al hombre a esas fronteras concretas
de la miseria
se secan
de tanto ser las nubes grandes despensas
con las que los lagrimales se llenan
antes de que se expandan los silencios que brotan
allí donde las miradas no encuentran otra cosa que no sea
un poyo vacío y una silla vieja de enea.
Una pinarejera lleva
un cántaro de agua sobre la cabeza
mientras canta y recuerda
de cuando era niña y ella
de la mano de su madre subía por la misma cuesta
aunque el agua ahora le sepa a esa hiel amarga que vive allí donde reina la pobreza.
Recuerdo a las mujeres de Pinarejo siempre en alerta,
trabajando en casa
y segando, vendimiando y recolectando como si fueran fieras.
Matriarcado en Pinarejo
para aquellos días de ganaderos y trashumancias por una España de veredas
en su corazón abiertas
y en los corrales de los Sandovales, Don Pepe, Melgarejo, Belinchones
y paremos ya de recitar grandes haciendas
balan las ovejas
mientras una mujer con sayas negras, moño pegado a la cabeza
y anchas caderas,
mi abuela Josefa,
con la leche de las ovejas
hace quesos que se venden a duro la pieza.
¡Buenos días! en la plaza
dice un jornalero que al campo marcha rascándose la cabeza,
mientras se abre de par en par la taberna
y un galgo tan delgado como la llama de una vela
se asoma por la Carrera
y baja mientras husmea camino de su despensa
allí en la Veguilla, El Paleduzar y la Hoz con sus pinos de piñas secas.
Todo en el pueblo suena a verbena
pues redoblan las campanas
y no es a muertos ni a ninguna alerta
mientras dicen
¡vaya bárbaros que son los quintos de esta cosecha!
que anoche en la calle de las Cruces
le rompieron la guitarra en la cabeza
a un presuntuoso que junto a una ventana cantaba mayos
como si fuera una paloma mensajera
Todo en Pinarejo es música para estas fiestas de los años cincuenta
aunque algunos dicen
que en vísperas de ese día cinco que en las boca sesea
se llenará la posada de muleros, quinquilleros, afiladores de navajas barberas,
tirititeros y vendedores de turrones hechos con dulces almendras.
Son las fiestas
y como nadie de ellas espera salir rico a la primera
Juan se gasta lo ganado en la vendimia
para comprar una burra vieja
y Timoteo, Dios le de buen recaudo en su hacienda,
se ha comprado unas alpargatas que dicen que son de tela de vela de barco en Elche hechas.
Que buen día
y como las mozas
bailan entre miradas indiscretas
al son de un pasodoble que Musiquillas
con su acordeón
expande como si su instrumento fuera
el tiro viejo de una escopeta,
en una sala de baile con olor a buenas gentes y noches de luna llena.

Autor: José Vte. Navarro Rubio 

lunes, 3 de febrero de 2014

EL RINCÓN DE POESIAS DE AGUSTINA BERMEJO

Un poco de mi para que me vayáis conociendo...


Una vez jubilada a finales de los noventa descubro mi pasión por la poesía y la novela romántica y esto le da un nuevo sentido a mi vida. Como dije en una entrevista concedida al Diario Última Hora de Ibiza en marzo del 2.003, “Para mí todo es poesía, todo lo que me rodea me sirve como fuente  de inspiración”. Me encanta escribir y recitar poesía, a lo que dedico mis horas libres.
Mis poesías reflejan mis más puros sentimientos.
También he escrito varias novelas cortas,  “Candelaria” (2.003), “Luz Divina” (2.004), “Paseando por el Puerto” (2.005), “Soledad” y "Madrelinda" (2.008) entre otras. He publicado varios libros, "La depresión: Cómo ayudar a un deprimido" (2.009) y  "Sin rumbo a ninguna parte" (2.010), estos dos  libros son de autoayuda,  y por último "Añoranzas del pasado" (2.010) que dedico a la gente de mi  querido Pinarejo. 
Tengo que decir que soy de Castilla La Mancha, de un pueblo de Cuenca llamado Pinarejo, al que adoro y le dedico muchas de mis poesías. Pero llevo mucho tiempo viviendo en la isla de Ibiza.  
Soy una persona tímida y a la vez inquieta, hace mucho tiempo que garabateo muchas cuartillas rompiéndolas a continuación, pero el amor y la fuerza y las ganas de ayudar me han dado el valor y sobretodo atreverme a que salgan a la luz. No quiero equivocarme porque si me equivoco pierdo la dirección y tengo miedo a no poder seguir. Siempre que hay algún motivo o sin haberlo mi corazón dicta a mi pluma los versos que de él nacen a cualquier hora del día o de la noche…

Agustina Bermejo Carretero
 
 
 
       Te voy a hablar de mi pueblo que es Pinarejo
 
y de la nostalgia de mi niñez.
 

Rinconcito muy humilde con casas blancas de cal,

las calles con muchas piedras adonde salíamos a jugar,

hacíamos muñecas de trapo y caballos de cartón.

De cualquier cosa hacíamos un juguete,

 pero éramos felices sin tener tantos placeres.

Los niños de hoy saben que todo lo tendrán, 

por eso se aburren a la hora de jugar.
 

Entonces no había puertas blindadas ni nada que se parezca,

que para esperar al marido dejábamos la puerta abierta.
 

Por la mañana temprano todos a trabajar,

los hombres a arar y las mujeres a vendimiar.


Por la noche todos juntos a cenar

el potaje que en la lumbre se ha cocido,

y comíamos en el mismo plato y nos estaba tan rico.
 

Los hijos se tenían en casa y enseguida a trabajar,

 que hay que dar el jornal para ganar el pan.

Los mayores siempre en casa y ahora todos a la residencia,

que dicen para cuidarlos tener más experiencia.


Ahora todos a estudiar porque hay que tener cultura,

pero para respetar a los mayores no hay ninguna asignatura.


 Las cosas han cambiado parece que a mejor,

pero no se vive tranquilos porque no sabemos

lo que nos espera a la vuelta de la esquina.


El resumen ya está hecho, de una experiencia vivida

 y todo lo estoy recordando desde la isla de Ibiza.


Nuestra patrona Santa Águeda nos mira con gran piedad,

                                    y ella bajo su manto a todos nos va a arropar.

POESÍA: EN FEBRERO Y EN PINAREJO SANTA ÁGUEDA TIENE SU FIESTA



No se oye el tambor,
no se oye la trompeta,
solo se oyen
entre dientes blancos
como perlas
oraciones que van y vienen
desde la plaza a la iglesia.
Santa es
y Santa Ägueda se llama
y para más apuestas
en Pinarejo tiene su casa
y para el 5 de febrero
su gran fiesta.
Febrero amanece
con nieve en las calles
y humo en las chimeneas
entre lloviznas que entran
cruzando el Charcón camino de la Veguilla
donde derramar el caudal que llevan.
Ya la plaza vacía,
ya en las casas
todos entorno a la mesa,
una estampa sobre la pared,
y unas lágrimas sobre las mejillas
de una mujer que recuerda
de aquellos años de su juventud
cuando ella iba a la iglesia
con pétalos frescos de rosas
con que frecer a Santa Águeda una ofrenda.
La noche cae
y en la noche entran
los recuerdos junto a la cama,
las nostalgias mientras se atizan las brasas
en la chimenea
y el espanto
y el dolor
y la carencia
de acompañar esa vida tan llena de pobreza
de algo más que oraciones y ofrendas.
La Santa, ella,
Santa Águeda para más cuentas
vive en Pinarejo su vida
desde los tiempos en que fue declarada como santa doncella que era
patrona de Pinarejo
y su alcaldesa perpetua.
Cada cinco de febrero
pasadas las Candelas y San Blas
Santa Águeda a Pinarejo llega.

Autor: José Vte. Navarro Rubio
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