viernes, 7 de marzo de 2014

POESÍA: EN PINAREJO CARNAVALES: AL HIGUÍ, AL-HIGUÍ

  
 
 
Leyendo el libro El Privilegio de Pinarejo de nuestro paisano Ángel Mota  López he encontrado una anécdota que tiene que ver con Emilio Diana "El Aragonés" el padre de todos los Dianas Melero del pueblo, que se vistío en un carnaval con una minifalda...y con una caña de pescar larga, de la cual colgaba en su extremo un hilo, hacia colgar un higo por su pezón, y lo balanceaba subiéndolo y bajándolo al tiempo que repetía: ¡Al higuí, al higuí, con la mano no con la boca sí! y la chiquilleria corríamos tras el, haciendo lo que nos decía, con nuestras bocas abiertas de par en par, y siguiendo los movimientos que le imprimía a la caña y a la cuerda que de ella colgaba.
 
No quedaría este comentario en más si no fuera porque sobre Los Carnavales y la expresión: Al higuí he encontrado los siguientes comentarios:
 
Al higuí, al higuí
Supongo que muchos de ustedes habrán oído más de una vez la expresión ¿Al higuí, al higuí, con la mano no, con la boca sí! Pertenece al acervo del viejo Carnaval y define la escena de la máscara que porta una cesta repleta de sustancias misteriosas coronada por golosinas, que defiende golpeando con un palito del que pende un higo hasta que, aparentemente esquivada la varita, alguien mete la mano y la saca untada de materia no precisamente seductora.
 
FÉLIX CARIÑANOS/ETNÓGRAFO

Por el Carnaval se ha ido siempre al higo. Pero ocurre que hoy ya no vemos en nuestras calles la pantomima del oso y el domador; la de los mozos labrando y sementando cenizas a los viandantes; la de la yunta que tiraba de un aladro, cuyos componentes, advertidos del paso de la comitiva municipal por un alguacil, mugieron al unísono: ¿Eso se lo dice al de atrás, que nosotros sólo somos los ganaos. Se contaba -y se practicaba- en muchos de nuestros pueblos mientras duró la licencia carnavalera y sobrevivió la sociedad agrícola.

 Hogaño en algunas localidades salerosas salen murgas como antaño. El año pasado, encontrándome en la ciudad riojana carnavalesca por excelencia, Calahorra, me entregó uno de los componentes de Los Charangos un texto, pleno de crítica, gracia y humor en sus cuartetas: «El Pagola se ha quedado todo el trabajo de aquí: tiene farmacia, es alcalde y senador en Madrid. Político y funcionario: dos trabajos 'pa' pensar; unos se van al café; los otros, a figurar. Si el recoger la basura sube un cuarenta por ciento, vendrán a por ella en AVE éstos del Ayuntamiento».

Mientras desde las murallas de mi pueblo diviso Ausejo, pienso en otra letra que interpretaba nuestra murguilla de chavales en 1958 y que recordé entera juntamente con un quinto trágicamente desaparecido: «Nos gusta mucho el chorizo y también las sobadillas; nos despedimos de ustedes hoy día de Carnaval; que nos dejen muchas perras a estos pobres que se van».

No añoro nada aquellos Carnavales; allá quedaron con sus zurramaqueros y toneletes, con sus madamas y zurramachos. Nada puedo hacer por atraerlos; me ocurre como con el régimen del Iregua; cuando quien le da canilla al pantano de arriba dice arre, pues arre; cuando dice so, pues so.

Pero tampoco me suple acercarme a los que ahora se celebran en nuestra tierra. Me da bastante grima presenciar unos festejos que son, a la postre, un remedo baratillo de otros foranos. Prefiero, con mucho, el Carnaval de la vida diaria, tan competitiva, excitante y enmascarada. ¿Cómo me va a venir usted ahora con aquello de 'al higuí', si la práctica generalizada es 'a la saca', según mordaz expresión humorística televisiva? Lo malo es que de la saca solemos extraer la mente untada de alguna materia no excesivamente atractiva, y lo peor es que el Carnaval no sólo llega al Domingo de Piñata como antiguamente sino que dura todo el año.


Dibujo de Moratha publicado en el libro Juegos de la Comunidad de Daroca

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Julio Casares, en su Diccionario ideológico de la lengua española, define la expresión "¡Al higuí!" como "diversión propia de carnaval que consiste en ofrecer a los muchachos para que lo cojan con la boca, un higo que se tiene en constante movimiento, pendiente del extremo de una caña".

El juego de Al higuí es antiquísimo. Rodrigo Caro, en el siglo XVII, recogía en sus Días geniales o lúdicos (diálogo VI, III) unos versos traducidos del griego Aristófanes, hablando de un viejo marrullero:

Todo el día en su casa está sentado
...................................
la boca abierta, el cuello levantado,
para tragarse al triste pasajero,
como cuando el muchacho está aguardando
el higo, que del hilo está colgando.

José Mª Iribarren (1) lo califica de entretenimiento de máscaras, típico del Carnaval, citando un texto de Rodríguez Marín, publicado en el siglo XIX: "Del extremo de una caña pende una cuerdecilla, de la que cuelga, atado, un higo; el que tiene la caña da golpecillos con ella, haciendo saltar la codiciada fruta y desesperando a un enjambre de chiquillos que porfían por cogerla con la boca".

Pampa la figa

En Albelda, como en otros lugares de La Litera, este juego típico de Carnestolendas se denominaba Pampa la figa. En esta villa, un individuo serio, con la cara blanqueada de harina y vistiendo una blusa, iba montado en un burro con dos orinales de estribos; llevaba una caña larga de la que colgaba higos para que los niños los cogieran con la boca; pero si éstos intentaban atraparlos con la mano les repartía garrotadas.

En Monzón también se conocía este juego con el mismo nombre. Manuel Ro ejerció como "primer animador infantil de la ciudad" en los años anteriores a la guerra, encargándose de realizar este entretenimiento, que consistía en colgar un higo o un caramelo del extremo de una cuerda atada a una caña, para que los críos intentaran hacerse con él con la boca, sin ayuda de las manos. Quien no respetaba esta norma, era golpeado con una varita en los dedos (2).

Ramón Violant i Simorra, en su extraordinario trabajo etnológico titulado El Pirineo español (3), también cita esta diversión de carnaval, denominada la figueta en la localidad de Rialp. En esta población, el primer día de carnaval, por la mañana, los mozos nombraban un alcalde de Carnistoltes, que cuidaba del orden de la fiesta y de animarla. El domingo, por la tarde, disfrazado de vieja hilandera, hacía una colecta por las casas, fingiendo pedir limosna y trabajo para hilar. El lunes, por la mañana, divertía a los pequeños haciéndoles coger la figueta, higo prendido en una caña de pescar, a lo que se llamaba hacer la figueta, paso popular en todo el Pallars.

El tío del higuí


"¡Al higuí!", diversión de Carnaval (Dibujo: Óscar Sanfélix)
**
En otras poblaciones, como Velilla de Cinca, "el tío del higuí" hacía las delicias de la gente menuda. En la capital aragonesa, este festejo del domingo de Carnaval suponía un acontecimiento extraordinario en el advenir de los niños, acostumbrados a jugar a tú la llevas o al marro. Agrupados en pequeñas pandillas de amigos, este día iban a correr con el "tío del higuí" y a divertirse viendo las máscaras y mascarones típicas del carnaval (4).

En una crónica de 1892 se nos muestra el aspecto de nuestro personaje portando el codiciado fruto: "El del higuí hace sus aprestos indispensables. Para la cabeza una chistera valvular, para el cuerpo una estera mil veces pisada, para el rostro un carbón o un corcho quemado; para los gastos de representación, media docena de higos, blancos de harina al ser comprados, y negros y pringados después por los labios juguetones y las manos atrevidas de los muchachos" (5).

En los primeros años de este siglo el higuí seguía siendo un elemento imprescindible de las fiestas del Carnaval zaragozano. Su presencia era notada por las calles más concurridas y por el paseo de la Independencia, junto con comparsas de gusto variado, máscaras caprichosas, mascarones y los típicos osos, que bailaban donde conseguían reunir varias docenas de chicos del arroyo (6).

En la postrimería de la segunda década de este siglo, los cronistas lamentaban la desaparición del típico "tío del higuí": "Lástima que siendo «la destrozona» nuestra máscara representativa, haya desaparecido de nuestra ciudad el clásico y popular «tío del higuí». Docenas de chiquillos solíanse apiñar en torno de aquel hombre que provisto de dos cañas al extremo de una de las cuales pendía un higo, hacía las delicias de la gente menuda.

¡Al higuí! ¡Al higuí!
Con la mano, no;
con la boca, sí.

Era una figura simpática, porque debajo de aquellas ropas en lamentable estado, adivinábamos un pobre hombre que apuñalaba las penas de un modo infantil y altruista.

¿Por qué ha desaparecido de nuestras calles el castizo «tío del higuí»?

¡Cielos! ¿Será acaso porque los higos se cotizan al precio del jamón dulce?..." (7).

Fernando Soteras (Mefisto) se preguntaba en una copla de 1915:
  • ¿Dónde está?
"Miré en todas partes y en ninguna vi
a nuestro castizo «tío del higuí».
¿Dónde está aquél tío tan tradicional
y por qué no alegra nuestro Carnaval?
Sólo veo apaches en jovial montón,
vestidos de tela negra y bermellón.
Venga lo castizo y lo que es de aquí;
vuelva nuestro alegre «tío del higuí»."

En la ciudad de Daroca, a principios de siglo, tampoco podía faltar el higuí, principal regocijo de los pequeños, durante los tres días de Carnaval. También solían abundar, por las calles, comparsas bien organizadas y máscaras caprichosas (8).

En Báguena (Teruel), según nos contaba Mª Gloria Gil, durante el Carnaval el portador del higo recitaba:

Al higuico,
al higuico,
que está madurico.

En Alcañiz, según información facilitada por José Alejos "El Pepinero" a Luís Miguel Bajén y Mario Gros, nuestro personaje se conocía como "el de la higueta", y del mismo modo que en otros lugares, llevaba dos cañas, una de la que colgaba un higo y la otra para golpear al que intentara agarrarlo con la mano.

José Vicente Moya recogió una variante del "higuí" en Villafranca del Campo (Teruel); también se celebraba en carnavales. Los higos se colocaban dentro de un balde lleno de agua y los niños debían cogerlos con la boca. Un hombre, situado al lado del balde, golpeaba con un palo a los que utilizaban las manos para coger los higos.

En otros lugares de España

Este rito carnavalesco está extendido por toda España, aunque son pocos los lugares que conservan esta vieja tradición. En La Granja de San Ildefonso (Segovia), un hombre lleva un chorizo colgado de un palo con una cuerda. Los muchachos tienen que ser capaces de morderlo para poder llevárselo y comerlo. Cuando lo intentan, el hombre del palo trata de impedir que lo logren, para alargar el rito, y les dice:

Aliquí, aliquí
con la mano no,
con la boca sí (9).

En otras poblaciones de Castilla, y especialmente en Madrid, según recoge la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, de Espasa Calpe, publicada en 1925, el portador del "higuí" cantaba la misma cancioncilla que en Zaragoza. El "higuí", según se dice: "Alude a la costumbre de los mascarones del Carnaval de Madrid, que traen un higo pendiente de un cordel, atado a una caña, que agitan excitando a comerlo con la boca, sin tocarlo con las manos".

En el medio rural de Castilla y León era igualmente típico. El enmascarado balanceaba una caña de la que colgaba un higo o un caramelo. En Almazán (Soria) se celebra en la festividad de San Pascual Bailón; el portador del palo del que pende un caramelo canta la siguiente canción:

¡Alilí! ¡Alilí!
Con la mano, no;
con la boca, sí.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. José Mª IRIBARREN: El porqué de los dichos. Gobierno de Navarra, VII edición, 1993, pp. 80 y 81.
  2. Según apuntes de Carlos Buera: "Personajes de Monzón", en O Salmón (Fancine alternativo y cultural).l Lumero 5, Monzón, Estiu 94.
  3. Ramón VIOLANT I SIMORRA: El Pirineo español. Alta Fulla, Barcelona, 1989, p. 573.
  4. Según una narración o cuento titulado "El ribacero", en Heraldo de Aragón, 28 de febrero de 1922.
  5. R.: "En pleno Carnaval", en La Derecha, 24 de febrero de 1892.
  6. Comentarios del carnaval zaragozano recogidos por Sal-tón, en Heraldo de Aragón, 11 de febrero de 1902.
  7. "Fiestas de Carnaval", en Heraldo de Aragón, 3 de marzo de 1919.
  8. M.A., en Heraldo de Aragón, 14 de febrero de 1902.
  9. José Luís PUERTO: Ritos festivos. Centro de Cultura Tradicional, Diputación de Salamanca, Salamanca, 1990, p. 32.
Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 25 de febrero de 1996
 
AL HIGUI

El Diccionario define (¡Al higuí! como diversión propia del Carnaval, que consiste en ofrecer a los niños para que lo cojan con la boca un higo que se tiene en movimiento pendiente del extremo de una caña.

Las máscaras que así se divertían incitaban a los muchachos diciendo:

Al higuí, al higuí;
con la mano no,
con la boca sí.

Según Rodrigo Caro, en su obra Días geniales o lúdicros, este juego es muy antiguo, y cita unos versos del griego Aristófanes que hablan de un anciano:

Todo el día en su casa está sentado
la boca abierta, el cuello levantado,
para tragarse al triste pasajero,
como cuando el muchacho está aguardando
al higo, que del hilo está colgado.

ANDAR A LA GREÑA

Este dicho significa el acto de trabarse en disputas dos o más personas.

El Diccionario define la greña como masa de pelos revuelta y mal compuesta, propia de personas poco o nada cuidadosas en su aseo personal. Esta forma de desaliño era bastante frecuente en otros tiempos entre las mujeres de baja condición social, las cuales, por otra parte, al enzarzarse en la pelea, hacían presa obstinada de sus respectivas cabelleras.
 
Autor de la recopilación: José Vte. Navarro Rubio
 

POESÍA: SEMANA SANTA Y EN CUENCA



¡Por Dios!
Semana Santa en Cuenta
ya oigo al silencio comerse el ritmo
de las palabras muertas en los labios
y las lágrimas de los ojos relucientes como un sol en la tarde caído.
Semana Santa
entre pesares a la vuelta de un año cautivo
como si el tiempo estuviera en sus adentros vacío
y la rueda de la vida
esa que nos lleva por las riberas, colinas, sierras, llanuras
y campos con cultivos
solo sirviera para indicarnos
que estamos en tiempo de sufrir por lo que padeció Cristo.
Cuenca y su Semana Santa
nos trae olores a lo antiguo
y uno que por ser conquense
no renuncia a ninguno de sus principios
siente por lo suyo
lo mismo que sintió Cristo
camino de ese calvario
desde el cual vio llorar a una madre
y sintió el frío
llenarle por dentro antes de lanzar su último suspiro.
Sin Semana Santa
que sería de este nuestro mundo
de lo cotidiano y normal,
de lo moderno y tan raído
que se nos va ya de capa caída como si fuera una gota de aceite diluida
en un remolino.
La palabra como ejemplo,
paz, felicidad, sosiego y goce a ritmo de tambores
y de turbas que se asoman a un precipicio
como si la noche no tuviera horas
y la espiritualidad esa que se destila a través de la tela
que cubre un sepulcro
fuera debida a lo mucho que creemos
y a lo poco que nos importa ser testigos
de una tragedia que se fraguó con un fin último
redimir al mundo para gloria de quien se ofreció en Santo sacrificio.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: EN LA INFANCIA VIVIMOS Y DESPUÉS SOBREVIVIMOS


Si es verdad,
si la es,
que en la infancia vivimos
y después sobrevivimos,
si es verdad,
si la es,
que para vivir
hace falta haber nacido,
y para morir
haber vivido,
si es verdad,
si la es,
que todo lo que somos se lo debemos al destino,
teñido de manos tiernas y abrazos íntimos,
si es verdad
que la es,
que hay miles de caminos,
pero solo uno llega a ese final
o principio
de lo que hemos sido,
de lo que seremos y de lo que por fin nos deparan los dioses
ya sea en la gloria, en el Parnaso o en el Olimpo,
si es verdad,
yo creo padre mío
que no me arrepiento de dudar de mucho de lo que aparece escrito en los libros

Autor: José Vte. Navarro Rubio  

EL DESENCANTO


 
Jorge B. Montañés / Daniel Izeddin
Como muchas grandes películas 'El desencanto' (1976) surgió de una idea inicial fracasada, y sin duda, esta personalísima obra es uno de los experimentos más afortunados del cine español. En un principio, el director Jaime Chávarri quería rodar un cortometraje en un manicomio, pero su intento fue abortado por las instituciones de la época. De la mano del productor-autor Elías Querejeta (así lo define el director), y arrastrado por el entusiasmo de su amigo Michi Panero, Chávarri se acaba embarcando en una largometraje que retrata a los miembros de la familia Panero, seducido sobre todo por la madre, Felicidad Blanc, y por el hijo mayor, Leopoldo María, uno de los mejores poetas españoles vivos.
Aquel clan giraba en torno a la figura discutida del patriarca, Leopoldo Panero -fallecido 12 años antes y poeta de referencia en el franquismo- y estaba representado por su ya citada viuda, Felicidad, y sus tres hijos: Juan Luis, Leopoldo María y Michi, el pequeño. 'El desencanto' es un relato sobre la crueldad atávica de las relaciones familiares y el papel de los ausentes que escandalizó a su época y que todavía sigue fascinando.
El carisma de unos protagonistas que combinan inteligencia, humor y a veces pedantería se traslada a una obra en la que todos se traicionan. Nunca los trapos sucios de una familia se han hecho públicos con tanta ferocidad y, en cierta manera, tan honestamente.

Película de culto

Jaime Chávarri nos recibió amablemente en su casa de Madrid para hablarnos de una película que, aunque en su estreno no fue demasiado bien recibida por la crítica, pronto se convertiría en un título de culto. El director de 'Las bicicletas son para el verano' recuerda con cariño la intensidad desbordante de un rodaje intermitente que duró más de un año y su relación con la familia.
Además, uno de los grandes protagonistas de 'El desencanto', el poeta Leopoldo María Panero, figura clave tanto en sus ausencias como en sus apariciones, aceptó participar en esta serie desde su retiro en Las Palmas de Gran Canaria. Con sus testimonios, '35 mm de cine español' rinde homenaje a esta apuesta valiente que revolucionó nuestra filmografía poco después de la muerte de Franco.

jueves, 6 de marzo de 2014

POESÍA: A LEOPOLDO MARÍA PANERO I

      


     I
El poeta
y el silencio,
la rueda que gira y desde una ventana se ve
y la muerte detrás de una puerta
apunto de caer,
sobre el hombre y sobre la mujer,
¿Sobre quién y sobre quienes?
Sobre los dos a la vez.

            II
Leopoldo María Panero
no sabía lo que quería ser
y de tanto ahondar en sus adentros
encontró como quién
busca agua con que saciar su sed
la voz de un poeta,
madre, padre, hermanos y amigos de su niñez
que le bailaban de vez en cuando y le hacían sin saberlo él
ser más loco sin él querer.

            III
¿No me digan?
¿No me puedo detener?
¿No me saltan sobre los pies?
¿No es la muerte?
¿No la és?
Nada es
ni lo que se parece
ni queriendo podemos entender que pueda ser.
pues la muerte
por ser muerte
y la vida por no poderla entender
fueron para él
como una peseta tirada al aire
y sobre la mano venida a recoger.

         IV
Deber ser
sobre fondo negro
y capa de barniz
la caja y la tapa
donde el cuerpo se viene a mostrar
tan quieto y en silencio a la vez
que las buenas mujeres que viven para ver a sus hijos e hijas crecer
se crecen ante la muerte y ante ella lloran sin esperar a tener
otro consuelo que no sea el que las lágrimas se les vengan hasta los pies
para otra vez volver
a ser plañideras en el momento en que Leopoldo María Panero
se ríe de mi y de usted.

Autor: José Vte. Navarro Rubio


POESÍA: A LEOPOLDO MARÍA PANERO

Leopoldo María Panero: "El mundo es un manicomio y Ciempozuelos, la oficina"






Leopoldo María Panero sufría esquizofrenía, o eso decían los psiquiatras, aunque los síntomas más aparentes eran sus ráfagas de lucidez, sus frases sarcásticas y su inteligencia rebelde, como muestra esta breve galería de declaraciones en los últimos años, recogidas en diversos medios de comunicación.

Su enfermiza curiosidad le llevó a pasear por la poesía, la literatura, la física o la antipsiquiatría, entre otros territorios. Era, un loco casi indispensable para soportar tanta infamia como anda suelta por el mundo. Panero, el poeta maldito, murió este jueves en Las Palmas de Gran Canaria.




De su existencia tan larga
como la longitud de un ciempiés,
de su cordura y locura
y que más
yo sé
que lo que no se pueda decir en la barra de un bar
o en un café,
de quién fue
azote de su familia
y en él
se vinieron a juntar como si la luna y el sol vivieran en su tez
las luces y las sombras
y a ver
y de qué
y por qué
de él solo sabemos
que le gustaba ejercer
a ratos de poeta y de vez en cuando, o las dos cosas del ves o revés,
de masoquista en el arte de amar y odiar a la vez.
Lo vi en un patio
una vez
y desde entonces me pregunté
si lo que de él se vino a decir tenía que ver
con la decadencia de una familia o tal vez con la muerte de la insensatez.
Así él se vino a querer ver
en la hora de la muerte:
"orinarán encima de mi tumba
y caerán ángeles sobre la página
donde envuelto en un sudario
yace el ser, la cólera de haber existido alguna vez"

Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio

lunes, 3 de marzo de 2014

POESÍA: EN RECUERDO DE GREGORIO RODRIGUEZ CAMPILLO, POETA, DE PINAREJO



Había un poeta en Pinarejo
a quien la guerra le llevó lo mucho que llevaba en sus adentros.
Mala pata la suya
siempre se arrastró como un hombre bueno
de puerta en puerta buscando un hueco
donde dejar lo poco o mucho que predicaba con tan poco acierto.
Gregorio se llamaba
este hombre bueno
del que todos aprendimos algo de aquello
que después nos ha servido
para ser en la vida algo más que un número o un caramelo en la puerta de un colegio.
Sonetos eran los suyos
los que en la Esquina del Molinillo o en La Carrera, según le viniera al pelo,
recitaba con ese deje manchego propio de los de Pinarejo.
De siempre me preguntaba
cuando de vacaciones me dejaba caer por el pueblo ¿Qué estudiaba?
con un cierto recelo
pues por ser en mi pueblo casi forastero
el temía. ya había recibido escarmiento
que yo pudiera ser de aquellos
que tanto mal, en épocas pasadas, le habían hecho.
Parece ser que fue comisario político
y en la batalla de Guadalajara
le cayó un mortero
y desde ese día
hasta que le vino la muerte,
junto a un mar que veía, desde pequeño, en sueños,
se dedicó con tesón y acierto
a enseñar y predicar con su ejemplo.
Se le tenía por lo que no era
y se defendía con un lapicero
ya fuera clamando por su mala pata,
que escribiendo sonetos,
que realizando dictados con mucho ingenio
que todos nos sabíamos, pues en ellos
había trampas preparadas para espabilar nuestras neuronas excitadoras del cerebelo.
Es verdad
que nunca deseó la riqueza
ni que tuvo ambición por el dinero
y que dentro de su pobreza
fue tan rico que murió repartiendo
todo aquello que nos enseñaba si te acercabas a él para pedirle algún deseo.
Para todos tenía algo
y debía ser por aquello
de que mi abuela era de Alconchel de la Estrella, su mismo pueblo,
que cuando de él me despedía
ya el verano muerto en algún barbecho,
siempre me decía: Adiós maestro.


Autor: José Vte. Navarro Rubio

CARTELES DE RENAU


 






 

domingo, 2 de marzo de 2014

COPLAS MANCHEGAS ALGUNA DE ELLAS DEL LIBRO, SOBRE PINAREJO, DE ANGEL MOTA LOPEZ

 
Solo tiene mi abuelo
un colmillo
donde cuelga mi abuela
el esportillo.

 En lo alto de un cerro
hay una mujer perdida
y es la mujer de Gil Robles
que esta borracha perdida.

Si vas a San Blas
tráeme un San blasín
que no sea muy grande
ni muy chiquitín.

Ya no tiene mi abuela
mas que una muela
donde cuelga mi abuelo
las uniceras.

Castiga señor castiga
castiga a las malas lenguas
y si la mía es la mala
castígame la primera.

Hasta las dos te espere
y viendo que no venias
hice la cama y me acosté
porque el sueño me rendía

Si te quieres venir vente
voy a Palma de Mallorca
a pasar mi vida alegre
en un convento de monjas.

 Tres cosas tiene Toledo
que no tiene Madrid
La catedral, la campana
y el puente de San Martín.

Mira no me digas toma
porque no lo he de tomar
porque aunque soy niña lo entiendo
que el que toma tiene que dar.

La gracia que tiene en su pecho
cuando me hubiera metido
callejón tan estrecho.

En el campo hay una hierba que le llaman cornicabra
por la boca muere el pez
ojo con lo que se habla.

Un cojo cayó en un pozo
otro cojo lo sacaba
y otro cojo le decía
esto si que es cojonada

POESÍA: EN PINAREJO Y VAYA JUERGA



Hoy es un día de esos cualquiera
sin más intranquilidad
que la marca las saetas
de un viejo reloj de pared
que se mueve sin saber yo el por qué su penduleo me desespera.
Los viejos relojes de grandes esferas
me recuerdan
a las galletas María y Fontaneda
con ellos en la pared
y con ellos en sus cajas de madera
mis días se llenan
de su Tic-Tac y de su melodía eterna
a golpe de martillo o de enano de plomo tocando una trompeta.
Recuerdo en Pinarejo un reloj
que cantaba como los gallos cuando se acercaba la hora de saltar de la cama para ir a la escuela,
era el reloj de la iglesia
con su maquinaria de hierro y acero incrustado detrás de la esfera
y un nido de palomas mensajeras
sobre el agujero de la pared en el cual las campanas resonaban como si dentro tuvieran
a una comparsa de músicos con Jose María, Musiquillas, de Director
y al resto de la orquesta
 de acompañantes tocando, zambombas, cencerros, botellas de anís, triángulos y trompetas,
¡Vaya con la banda!
¡Si despertar pudiera!

Autor: José Vte. Navarro Rubio

POESÍA: LAS FALLAS Y LAS CORRIDAS



El estoque
y el tendido
y las fallas
y la fiesta, con su casal
y las corridas
en una plaza llena
de sombras y luces,
de espectadores, maletillas, desempleados y empleados, artistas,
toreros pocos y los que en un cartel se anuncian
y banderilleros
con la sangre del toro pegada a las rodillas.
En Valencia y en fallas
con sus artistas,
el color del mar y las sonrisas
son tan grandes y tan inmensa es la dicha
de ver de cerca el Mediterraneo
con unos niños jugando en sus cercanías
que uno, que otros, que todos los que por allí respiran
se sienten pintores de cielos robados en alguna galería.
Tantos libros de poesías,
tantas fallas con premios inmerecidas,
tantas amaneceres con la traca en hilos tendida,
tanta de tanta olor a cenizas
que todavía de aquellos días
me llegan los olores a noticias
mezcladas con pavisas que en el aire se mecían
como si fueran plumas de pavo real y buscaran en el cielo su libertad definitiva

Autor: José Vte. Navarro Rubio

OBSERVACIÓN: en la Mancha las pavisas son Trozos de ceniza ligera que suelen ir flotando por encima de la lumbre.
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