Vio la muerte, la sintió,
entorno a su cuerpo enlazando el espacio,
notó la pesadez de la sinrazón
del que se siente atraído por su desesperación.
Fue su última expresión,
el quejido, ronquido
del lobo que murió
en el engaño cruel
del taimado ladrón,
golpe certero de bala,,
a través del cañón
esta silbó
hasta hacer añicos el corazón
del lobo de la montaña,
lobo que pasó
por la historia de nuestras vidas
antes de caer, golpe sobre el suelo,
dolor,
que se propaga sobre la agreste cima,
donde la lobera por esta noche es un parador
de lamentos y gruñidos por el patriarca que no regresó
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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