lunes, 18 de julio de 2016

POESÍA: PENSANDO EN ELLOS Y PARA ESE DÍA

En la vida
van y vienen
los hijos
y ellas las hijas
desde el seno materno hasta ese momento en que se adivina la partida.

Flores de loto entre juncos
el agua se muestra limpia
para cuando la proa de la barca enfila
la alta mar en busca de otras tierras desconocidas.

Son ella y él,
los que en la barca reman
sobre la quilla
con el rumbo puesto en el Norte de sus vidas

¿Quizás si la vida, que siempre va y vine entre derivas,
fuera algo más que la edad
que llega hasta allí donde todo termina,
entonces yo daría
por finiquitada esta poesía?,

pero lo que nos trae hasta aquí
es otra historia más atrevida
en la cual dos seres humanos
se comprometen,
así se augura,
delante de quienes forman parte de su familia,
amigos y amigas,
así comienza la fiesta,
y todo en este día debe ser paz y alegría.

¿En esto que queréis que os diga?

Si el amor que siempre reina,
es el rey de la poesía.

Becquer, Shakespeare, Campoamor, Bob Marley,
Pablo Neruda,
de ello trataron y en ellos les  fue toda una vida,
tanto del amo hablaron
que esto fue lo que les llevó a una fama más que merecida.

¡Quien pudiera ser Homero
en aquella Grecia
protectora de una Europa
que ahora la castiga,
amor de padre, amor de hija,
en este caso amor que ciega y mata de risa!

¡Quién pudiera ser
sobre los campos sembrados de trigo
ya incipientes las espigas
el soldado con fortuna
por estar con vida
en una guerra fratricida,
remontando las montañas
ya la batalla ganada o perdida
mi padre regresando a casa con su familia!

¿Aquella madre llorando,
mi abuela,
que le dijo en aquel día
en que lo vio traspasar la puerta
de aquella casa ya derruida?

¿Y ella mi madre,
me pregunto,
nunca se lo pregunte en vida,
que sentiría cuando de lejos vio llegar a mi padre,
todavía sobre el cuerpo las heridas
de un joven con 16 años que regresaba del frente de Madrid a toda prisa?

¡Quién pudiera escapar
por unos días
a todo aquello que significa más de más
para quienes menos tienen en la vida!

La muerte, las envidias
nada de esto desaparece,
nada de esto termina,
como la gota de agua que colma el vaso
se colma mi vista
de barbaries asesinas, dogma sobre la pared
el mar se traga a tantas vidas
que sobre los abismales fondos de los mares de nuestras orillas
se amontonan como gavillas
los cuerpos de quienes buscaban una simple y mejor vida.

La partida es el regreso
la vuelta es con más dicha,
uno más
y detrás otras vidas
las de todos los hijos y las de todas las hijas,
las de los nietos,
resumiendo la familia,
cumpliendo su misión
al igual que las hormigas
cuando llenan sus hormigueros de comida.

Es una aventura
el nacer y el crecer
el pertenecer a una familia,
hogar y dicha,
y en ello
llega el tiempo que todo lo cura
yo diría
que el momento, justo,
ese, esperado,
así se adivina la partida,
y otra vez el encuentro
como contrapartida
de aquello que todo lo cura
el amor en primera persona,
el amor con sus dichos y dichas.

¡Que si el amor es ciego!
exclamó un actor un día.

¡Que si el amor a primera vista!
marchaba un tren por una vía.

El amor para siempre,
es la brisa,
aire nuevo, si así se respira,
de una pareja
Ximo y Mireia
corriendo en busca de su particular aventura.

Se adivina
en los ojos de ellos
en los de todas las familias,
la alegría
al tiempo justo
en tiempo de avatares y fuertes crecidas
de esos ríos caudalosos,
de esas incipientes poesías,
cual  fuelles en las fraguas
avivando las llamas limpias
del amor que por siempre perdura.

Uno que viene de la Meseta
en las aguas del Mediterraneo,
Mare Nostrum, así se le decía,
encontró los colores
de las paredes pintadas en su pueblo con cal viva
que todavía se avistan
en las viejas ventas con esencias Cervantinas.

Uno que sintió hablar de los poetas
caídos en tierras
con sus manchas oscuras,
recuerda el trovar del juglar
y la belleza atípica
de las tardes ya dormidas
junto a las murallas, donde ellas, las princesas cautivas,
en sus aposentos se escondían
a la espera del acorde,
de la palabra más querida,
¡amor como grandeza!
y si en ello
Ximo y Mireia profundizan
siempre al otro lado,
allí donde la vida se hace dura
encontrarán sus momentos de gloria,
si aplican una simple teoría:

El nacer y el vivir
al igual que el amar
no se compra porque su precio es de tal estima
que no hay arcones, baúles, ni cámaras oscuras,
por grandes que sean sus cerraduras
para  encerrar en ellas
todos las dichas y buenas venturas
que por los caminos de la vida transitan.

Ser así felices
y hacer de la vida
aquello que quereis
que nadie os marque otro camino
que no sea el que emprendéis en este día.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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