domingo, 7 de agosto de 2016

POESÍA: DE UN GAZPACHO COMIDO EN UNA ALDEA DE LA MANCHUELA

Preparó la harina,
agua, dijo,
y amasó, con infinita paciencia.

Daba golpes y más golpes,
hundía los nudillos
y estiraba con fuerza.

Así estuvo media hora
que me pareció eterna.

Ya la torta hecha
la enrolló en una caña
y la dejó caer sobre las brasas de la chimenea.

De vez en cuando la sacaba
y golpeaba
para quitarles las brasas pegadas al cuerpo como si en el vivieran
y con ello volvía a la misma tarea.

Con una varilla hueca soplaba
y resoplaba,
avivaba las brasas
hasta que estas volvían a brillar como si fueran pequeñas estrellas.

A la media hora justa
la torta ya descansaba sobre una mesa
dispuesta para ser desmigada
y dejada caer en el caldero para cuando hirviera el caldo,
gazpacho por estas tierras.

Fuera hacia un calor que rezumaba vergüenzas
y dentro el infierno a su lado era el paraíso donde veranean los saqueadores de buenas haciendas.

Por estas tierras
la vida es así de dura
y la endulzamos con lo que podemos
unas liebres, unas perdices, algo de faisán y muchas paciencia,
locuaz el pastor me dio una tremenda sorpresa
cuando sacó la bota de vino y dijo,
beba usted primero que para eso tiene estudios
y eso por aquí se aprecia mucho
pues ustedes son los que pueden sacar a estos pueblos de la miseria en la que se encuentran.

No, dije, usted primero,
por da lecciones gratuitas que no se aprenden en ninguna escuela.

Así acabó este episodio
que ahora lo cuento después de muchos años de haber ocurrido este trance
con tanta sustancia.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

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