Oía tantas cosas,
era una provocación,
todos le pedían,
y además lo hacían con fe.
El se preguntaba en que consistía aquella fe
que hacia a los seres humanos tan dados a pregonar sus desgracias,
pensó, que la fe era ciega, acertaba,
esto último es mío.
La hora propicia era el medio día
todavía los estómagos vacíos
allí acudían para pregonar sus desgracias,
a veces hasta el mismo sentía lastima
se quedaba con los problemas de los demás y eso no era vida.
¿Por qué se preguntó acuden hasta aquí
que acaso no hay psiquiatras en las ciudades donde viven estas gentes?
Parecía lógico que en una sociedad tan bien estructurada
los problemas se solucionaran de otras forma,
pero no la gente llevada de un fervor muy particular
acudían hasta el tronco de aquel árbol viejo
ya en su interior carcomido para vomitar sus problemas.
El que había nacido gusano
y vivía en el interior del árbol venerado
no llegaba a comprender
por qué recurrían a él
cuando desde siempre había oído decir a sus padres
que el nacer gusano es lo peor que le podía ocurrir a cualquier nacido.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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