El mejor poema sobre uno
es el que uno asimismo se escribe,
sin otro juez ni más justicia ni más juicios
te conviertes en acusado y testigo,
asumes tus erores,
los describes con la fidelidad que se deben
entre padres e hijos.
Sales a la luz el primero
y lo haces
si en ello hay principios
tal y como viniste al mundo
recubierto por fuera de engrudo
y por dentro de esa tela de domingo
o velada de difuntos
que nos hace más grandes o pequeñitos.
Así describimos,
con goce, disfrute y escarnio de quienes al leer se encuentran con su yo descrito,
de tal manera, ¡maldito este individuo!
que la cara sobre el espejo,
allí justo
encuentras el otro yo,
aquel que se vino
hasta las páginas de un libro
para poner su perfil,
aquel que te hace crudo.
Yo soy así,
nunca tuve tiempo para perfilar
unos sentimientos distintos,
las lágrimas a flor de piel
he llorado en está vida lo justo.
Las injusticias
las vi pasar por primera vez un día
siendo pequeñito
y en mi dejaron recuerdos
que por mucho
que uno lo intenta
es imposible que se vayan de uno.
Así de esta forma me rebelo cada segundo
de la misma manera que lo hacían aquellos forajidos,
en España bandoleros
que robaban a los ricos
y repartían entre los pobres sus pingües beneficios.
No deja de ser todo esto un experimento
alimentado con palabras que al transcribirlas
cada uno a su ritmo
forman estos versos
en un lunes, de un mes de agosto, año aparte, siglo XXI.
Autor:Jose Vte. Navarro Rubio
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