Él ya no existe,
quizás sea otro
sobre la misma cruz,
quizás nadie diga
el por qué la cruz
se quedó vacía.
En el monte,
sobre su cima,
pequeña planicie
de piedras duras,
espera, lluvias tras lluvias
que llegue el verano
trayendo salpicaduras
de rayos de sol,
atados a la cintura
de un Dios celeste,
Padre de quién en la tierra se declara Hijo suyo, sin más culpa,
que dar a los pobres algo más que buenas-venturas
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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