domingo, 30 de octubre de 2016

DE AQUELLAS OPERACIONES DE ANTAÑO A UN NIÑO DE CAMPILLO DE ALTOBUEY EN 1857



                                 Dr. D. Melchor Sánchez de Toca

La crónica de los hospitales [Texto impreso] : periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y Farmacia del General de Madrid AÑO 1857

Clínica de operaciones del Dr. D. Melchor Sánchez de Toca. CASO NOTABLE DE CÁLCULO VESICAL Y OPERACIÓN DE TALLA-BILATERAL. Isaac Martínez , natural del Campillo de Altobuey , de 7 años de edad

CALCULO VESICAL EN UN NIÑO DE SIETE AÑOS.—OPERACIÓN DE LA TALLA PERINEAL BILATERAL.—CURACIÓN.

El dÍa 14 de noviembre del año próximo pasado, se presentó en la clínica de medicina operatoria, un niño natural del Campillo de Altobuey, de edad de siete años, temperamento nervioso linfático y constitución débil, el cual por razón de su corta edad ocupó la cama núm. 8 de la enfermería de mujeres. El profesor permitió asimismo, que su madre quedase con el niño A fin de que su asistencia fuese más asidua.

Este niño, según dijo su madre, hacía cinco años que empezara á padecer del aparato urinario, dando principio la enfermedad con gran tenesmo vesical, y orinando apenas algunas gotas. Esta disuria fue casi continua durante dos años, y al tercero el padecimiento presentaba intermitencias de veinte á treinta días, para después volver con más exacerbación.

El año de 55 le practicaron en su pueblo el cateterismo, y se reconoció la presencia de un cálculo en la vejiga de la orina.

Cuando este niño entró en la clínica, el conato de orinar era grande, sufría horriblemente, y tenía siempre aplicada al pene una mano que estaba macerada por la orina, y cuando se la separaba al momento aplicaba la otra: con ella comprimía el balano y en cuando se le soltaba le volvía a comprimir con un movimiento alternativo de los dedos, que algunas veces dirigía al periné, para levantarle con fuerza. En ocasiones esta compresión se extendía A lo largo de la uretra como para impedir que saliera la orina. 

En este estado, el profesor introdujo una algalia delgada por el meato urinario, que era muy estrecho, y A pesar de los continuos y violentos movimientos del niño, que impedían el cateterismo, se pudo percibir el roce contra la sonda de un cálculo voluminoso y áspero que parecía adherido hacia la parle posterior y superior de la vejiga, porque introduciendo el dedo por el ano no se le encontraba detrás de los pubis sino hacia el fondo de dicho órgano. Al retirar el profesor la sonda Trajo en su interior cierta cantidad de pus y sangre espesa asemejándose A las heces del vino.

Reconocidos los caracteres del cálculo vemos, que nada de extraño tiene el que el niño tratase de impedir la salida de la orina, puesto que estando la vejiga distendida, los padecimientos debían disminuirse.

Sin embargo lo que era todavía peor es que el peritoneo había tomado parte; el abdomen estaba elevado y bastante sensible al lado, especialmente en el hipocondrio izquierdo, región lumbar y vacío del mismo lado, en donde la sensibilidad era tal que el niño se estremecía y gritaba en cuanto se lo tocaba con los dedos.

Su madre decía, que estos fenómenos databan desde el principio del mal, y esto unido á la expulsión con la orina de cierta cantidad de pus, que algunas veces se verificaba en copos separados, hacía sospechar una gran lesión del riñón izquierdo, uretra y acaso de la vejiga, la cual, además, presentaba como se ha dicho, un cálculo voluminoso y adherido. Por último, la trasmisión de estos padecimientos, al menos por contigüidad de tejidos, hasta el peritoneo y músculos contiguos, eran inconvenientes gravísimos al buen éxito de cualquiera operación que pudiera hacerse, ora fuese de talla, ora de litotricia; y á pesar de haber manifestado el profesor estos temores a la madre del niño, se veía acosado por las instancias de aquella, a fin de que lo operase fuera cualquiera el resultado, pues deseaba con vivas ansias, no solo poner término á tantos padecimientos físicos en el niño y morales en ella, sino también porque se veía obligada á regresar cuanto antes al seno de su familia, en donde había dejado otro niño que estaba lactando y a quién había abandonado en tanto que se esforzaba por contener la leche. El profesor vacilaba por razón de las complicaciones de la dolencia y lo crudo de la estación, mas por otra parte, aunque no había suficientes probabilidades de buen éxito, no podía menos de tener en cuenta las consideraciones de gran peso que incesantemente Je hacia la madre.

Al fin el profesor el día 2 de diciembre se decidió a hacer la operación que practicó del modo siguiente.

Echado el enfermo sobre la mesa del anfiteatro y cloroformizado, introdujo un catéter estrecho acanalado por su convexidad y cerrado por la punta (pero sin tope) con el cual tocó el cálculo.

En seguida confió dicho catéter a un ayudante para mantenerlo vertical, apoyando su concavidad en el arco del pubis, en tanto que con la otra mano el mismo ayudante levantaba el escroto. Inmediatamente introdujo el operador el dedo por el ano, para examinar las relaciones de las partes, osciló con él las contracciones del recto, y promovió evacuaciones de vientre copiosas, que después de algún rato dejaron vació el intestino.

Hecho esto el profesor tomó un bisturí puntiagudo, que era el mejor de los que le presentaron, e hizo con él una incisión semilunar en el periné s unas ocho líneas por delante del ano; y habiendo profundizado la incisión a cortes repetidos, se detuvo un momento para ligar dos arterias perineales y examinar la relación de los tejidos en el fondo de la herida. Continuó en seguida profundizando con el bisturí, sirviéndole de guía el índice izquierdo que apartaba el intestino, hasta llegar á la porción membranosa de la uretra: entonces colocó el dedo índice al través de dicha porción, en la rama del catéter, del modo acostumbrado , para conducir por la uña hasta, el fondo de la ranura la punta de un bisturí, con la cual dividió longitudinalmente en la extensión de unas tres líneas la pared inferior de la uretra, cuidando mucho de no acercarse, en lo posible, con el corte del instrumento al intestino recto.

 Dejando el bisturí, deslizó por la uña del índice izquierdo el cistolomo doble con la concavidad hacia arriba, y tan pronto como sintió el choque de la punta del cistolomo con el catéter, tomó este instrumento con la mano izquierda y levantándole de modo que su concavidad se adaptase á la de la sínfisis pubiana, deslizó al mismo tiempo el cistolomo por la ranura del catéter hasta introducirlo en la vejiga: en seguida retiró el catéter, y dispuesto previamente el cistolomo do modo que sus hojas permitiesen tan solo la separación de unos 28 milímetros, el operador hincó la rodilla derecha en tierra y con la mano del mismo lado, después de haber introducido el índice izquierdo en el recto con el objeto de alejarle del corte del instrumento, comprimió la vascula del mango y separadas sus hojas por este medio, le retiró progresivamente dirigiéndole hacia abajo y arriba (siguiendo la convexidad del cistolomo; pero antes de acabar de sacarle soltó la bascula para que ocultándose las hojas del instrumento no produjesen una incisión mayor en uno que en otro lado. cálculo colgado de su adherencia al fondo de la vejiga, pidió una cucharilla pequeña e introduciéndola a lo largo del dedo rodeó con ella el cálculo hasta dos ó tres veces con el fin de separar su superficie de la mucosa vesical, y colocándola en seguida bajo el cálculo volvió de nuevo á introducir el dedo para sujetarle por su diámetro menor á la concavidad de la cuchara. En esta disposición la retiró juntamente con el cálculo y el dedo índice y se vio que dicho cálculo era del volumen de un huevo de paloma ó algo mas y de superficie áspera.

Libre ya la vejiga, introdujo en ella un trozo de algalia por el cual se hicieron algunas inyecciones de agua con una corta cantidad de la tintura de árnica , y pensó el operador dejar permanente la cánula en la vejiga por espacio de dos ó tres horas ; pero reparando después de aplicado el vendaje, que la cánula parecía hallarse fuera de la cavidad vesical y torcida por la tracción de los cordonetes, temió las consecuencias de esto y retirándola prefirió pasar sin ella, dejando tan solo hila informe interpuesta y sujeta con una compresa y vendaje T de ano, con lo cual terminó la operación.

El profesor le prescribió seis golas de láudano en una taza de flor de lila tres veces al dia: al siguiente se le renovó el apósito prescribiéndole diariamente un baño general templado y de corta duración.

A los siete días de operado y á pesar de la epidemia de erisipelas traumáticas que á la sazón reinaba en la clínica, se encontraba este niño sin fiebre, sin dolor alguno, la herida reducida y de buen color y con mucho apetito, tanto que el profesor le declaró fuera de peligro y determinó se le diese, a mas de caldos semolados, chocolate por mañana y tarde.

Por último el día 25 de diciembre próximo pasado partió á su pueblo juntamente con su madre, completamente curado.

Reflexiones. En este niño se han podido observar durante su estancia en la clínica, los atroces padecimientos que en ocasiones puedo producir la presencia del cálculo en la vejiga, aun cuando no sea voluminoso siempre que sea áspero ó adherido por algún punto de su superficie, o complicado con inflamación o catarro agudo, sobrevenido accidentalmente por influencias atmosféricas.

También se ha podido observar como un cálculo pequeño cuando se contrae la vejiga sobre él y es áspero puede producir padecimientos incomparablemente superiores al de los grandes cálculos lisos y libres.

El profesor manifestó a sus discípulos que prefería en este niño la talla bilateral á las demás tallas perineales, porque siendo la próstata pequeña á causa de la edad del paciente, daría la incisión con este método sin salir del dominio de la próstata, una abertura suficientemente capaz, para que con facilidad pudiese salir el cálculo cuyo volumen se presuponía. Y también porque así podía obtener una herida regular y de poca longitud, que permitiese salida libre a los líquidos sin exponer tanto como otras tallas a la infección  purulenta que a la sazón reinaba epidémicamente, y que pocos días hacia arrebatara otro enfermo operado de talla.

Igualmente debe llamarse la atención sobre la manera especial que empleó el profesor para disecar las adherencias del cálculo y hacer su extracción.

También es notable el tratamiento consecutivo y principalmente el uso de los baños generales bien administrados mediante los cuidados maternos, para hacer desaparecer las complicaciones del caso. - Luis ROA Y VELDROF.

Recopilado por José Vte. Navarro Rubio

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