Dr. D. Melchor Sánchez de Toca
La crónica de los hospitales [Texto impreso] : periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y Farmacia del General de Madrid AÑO 1857
Clínica de operaciones del Dr. D. Melchor Sánchez de Toca. CASO NOTABLE DE CÁLCULO VESICAL Y OPERACIÓN DE TALLA-BILATERAL. Isaac Martínez , natural del Campillo de Altobuey , de 7 años de edad
CALCULO VESICAL EN UN NIÑO DE SIETE AÑOS.—OPERACIÓN DE LA
TALLA PERINEAL BILATERAL.—CURACIÓN.
El dÍa 14 de noviembre del año próximo pasado, se presentó
en la clínica de medicina operatoria, un niño natural del Campillo de Altobuey,
de edad de siete años, temperamento nervioso linfático y constitución débil, el
cual por razón de su corta edad ocupó la cama núm. 8 de la enfermería de
mujeres. El profesor permitió asimismo, que su madre quedase con el niño A fin
de que su asistencia fuese más asidua.
Este niño, según dijo su madre, hacía cinco años que
empezara á padecer del aparato urinario, dando principio la enfermedad con gran
tenesmo vesical, y orinando apenas algunas gotas. Esta disuria fue casi
continua durante dos años, y al tercero el padecimiento presentaba
intermitencias de veinte á treinta días, para después volver con más
exacerbación.
El año de 55 le practicaron en su pueblo el cateterismo, y
se reconoció la presencia de un cálculo en la vejiga de la orina.
Cuando este niño entró en la clínica, el conato de orinar
era grande, sufría horriblemente, y tenía siempre aplicada al pene una mano que
estaba macerada por la orina, y cuando se la separaba al momento aplicaba la
otra: con ella comprimía el balano y en cuando se le soltaba le volvía a comprimir
con un movimiento alternativo de los dedos, que algunas veces dirigía al
periné, para levantarle con fuerza. En ocasiones esta compresión se extendía A lo largo de la
uretra como para impedir que saliera la orina.
En este estado, el profesor introdujo
una algalia delgada por el meato urinario, que era muy estrecho, y A pesar de
los continuos y violentos movimientos del niño, que impedían el cateterismo, se
pudo percibir el roce contra la sonda de un cálculo voluminoso y áspero que
parecía adherido hacia la parle posterior y superior de la vejiga, porque
introduciendo el dedo por el ano no se le encontraba detrás de los pubis sino
hacia el fondo de dicho órgano. Al retirar el profesor la sonda Trajo en su
interior cierta cantidad de pus y sangre espesa asemejándose A las heces del
vino.
Reconocidos los caracteres del cálculo vemos, que nada de extraño
tiene el que el niño tratase de impedir la salida de la orina, puesto que
estando la vejiga distendida, los padecimientos debían disminuirse.
Sin embargo lo que era todavía peor es que el peritoneo
había tomado parte; el abdomen estaba elevado y bastante sensible al lado,
especialmente en el hipocondrio izquierdo, región lumbar y vacío del mismo
lado, en donde la sensibilidad era tal que el niño se estremecía y gritaba en
cuanto se lo tocaba con los dedos.
Su madre decía, que estos fenómenos databan desde el principio
del mal, y esto unido á la expulsión con la orina de cierta cantidad de pus,
que algunas veces se verificaba en copos separados, hacía sospechar una gran
lesión del riñón izquierdo, uretra y acaso de la vejiga, la cual, además,
presentaba como se ha dicho, un cálculo voluminoso y adherido. Por último, la
trasmisión de estos padecimientos, al menos por contigüidad de tejidos, hasta
el peritoneo y músculos contiguos, eran inconvenientes gravísimos al buen éxito
de cualquiera operación que pudiera hacerse, ora fuese de talla, ora de
litotricia; y á pesar de haber manifestado el profesor estos temores a la madre
del niño, se veía acosado por las instancias de aquella, a fin de que lo
operase fuera cualquiera el resultado, pues deseaba con vivas ansias, no solo
poner término á tantos padecimientos físicos en el niño y morales en ella, sino
también porque se veía obligada á regresar cuanto antes al seno de su familia,
en donde había dejado otro niño que estaba lactando y a quién había abandonado
en tanto que se esforzaba por contener la leche. El profesor vacilaba por razón
de las complicaciones de la dolencia y lo crudo de la estación, mas por otra
parte, aunque no había suficientes probabilidades de buen éxito, no podía
menos de tener en cuenta las consideraciones de gran peso que incesantemente Je
hacia la madre.
Al fin el profesor el día 2 de diciembre se decidió a hacer
la operación que practicó del modo siguiente.
Echado el enfermo sobre la mesa del anfiteatro y
cloroformizado, introdujo un catéter estrecho acanalado por su convexidad y
cerrado por la punta (pero sin tope) con el cual tocó el cálculo.
En seguida confió dicho catéter a un ayudante para mantenerlo
vertical, apoyando su concavidad en el arco del pubis, en tanto que con la otra
mano el mismo ayudante levantaba el escroto. Inmediatamente introdujo el
operador el dedo por el ano, para examinar las relaciones de las partes, osciló
con él las contracciones del recto, y promovió evacuaciones de vientre
copiosas, que después de algún rato dejaron vació el intestino.
Hecho esto el profesor tomó un bisturí puntiagudo, que era
el mejor de los que le presentaron, e hizo con él una incisión semilunar en el
periné s unas ocho líneas por delante del ano; y habiendo profundizado la
incisión a cortes repetidos, se detuvo un momento para ligar dos arterias
perineales y examinar la relación de los tejidos en el fondo de la herida.
Continuó en seguida profundizando con el bisturí, sirviéndole de guía el índice
izquierdo que apartaba el intestino, hasta llegar á la porción membranosa de la
uretra: entonces colocó el dedo índice al través de dicha porción, en la rama
del catéter, del modo acostumbrado , para conducir por la uña hasta, el fondo
de la ranura la punta de un bisturí, con la cual dividió longitudinalmente en
la extensión de unas tres líneas la pared inferior de la uretra, cuidando mucho
de no acercarse, en lo posible, con el corte del instrumento al intestino
recto.
Dejando el bisturí,
deslizó por la uña del índice izquierdo el cistolomo doble con la concavidad
hacia arriba, y tan pronto como sintió el choque de la punta del cistolomo con
el catéter, tomó este instrumento con la mano izquierda y levantándole de modo
que su concavidad se adaptase á la de la sínfisis pubiana, deslizó al mismo
tiempo el cistolomo por la ranura del catéter hasta introducirlo en la vejiga:
en seguida retiró el catéter, y dispuesto previamente el cistolomo do modo que
sus hojas permitiesen tan solo la separación de unos 28 milímetros, el operador
hincó la rodilla derecha en tierra y con la mano del mismo lado, después de
haber introducido el índice izquierdo en el recto con el objeto de alejarle del
corte del instrumento, comprimió la vascula del mango y separadas sus hojas por
este medio, le retiró progresivamente dirigiéndole hacia abajo y arriba (siguiendo
la convexidad del cistolomo; pero antes de acabar de sacarle soltó la bascula
para que ocultándose las hojas del instrumento no produjesen una incisión mayor
en uno que en otro lado. cálculo colgado de su adherencia al fondo de la vejiga,
pidió una cucharilla pequeña e introduciéndola a lo largo del dedo rodeó con
ella el cálculo hasta dos ó tres veces con el fin de separar su superficie de
la mucosa vesical, y colocándola en seguida bajo el cálculo volvió de nuevo á
introducir el dedo para sujetarle por su diámetro menor á la concavidad de la
cuchara. En esta disposición la retiró juntamente con el cálculo y el dedo
índice y se vio que dicho cálculo era del volumen de un huevo de paloma ó algo
mas y de superficie áspera.
Libre ya la vejiga, introdujo en ella un trozo de algalia
por el cual se hicieron algunas inyecciones de agua con una corta cantidad de
la tintura de árnica , y pensó el operador dejar permanente la cánula en la vejiga
por espacio de dos ó tres horas ; pero reparando después de aplicado el vendaje,
que la cánula parecía hallarse fuera de la cavidad vesical y torcida por la
tracción de los cordonetes, temió las consecuencias de esto y retirándola
prefirió pasar sin ella, dejando tan solo hila informe interpuesta y sujeta con
una compresa y vendaje T de ano, con lo cual terminó la operación.
El profesor le prescribió seis golas de láudano en una taza
de flor de lila tres veces al dia: al siguiente se le renovó el apósito
prescribiéndole diariamente un baño general templado y de corta duración.
A los siete días de operado y á pesar de la epidemia de erisipelas
traumáticas que á la sazón reinaba en la clínica, se encontraba este niño sin
fiebre, sin dolor alguno, la herida reducida y de buen color y con mucho
apetito, tanto que el profesor le declaró fuera de peligro y determinó se le
diese, a mas de caldos semolados, chocolate por mañana y tarde.
Por último el día 25 de diciembre próximo pasado partió á su
pueblo juntamente con su madre, completamente curado.
Reflexiones. En este niño se han podido observar durante su
estancia en la clínica, los atroces padecimientos que en ocasiones puedo
producir la presencia del cálculo en la vejiga, aun cuando no sea voluminoso
siempre que sea áspero ó adherido por algún punto de su superficie, o complicado con inflamación o catarro agudo, sobrevenido accidentalmente por
influencias atmosféricas.
También se ha podido observar como un cálculo pequeño cuando
se contrae la vejiga sobre él y es áspero puede producir padecimientos
incomparablemente superiores al de los grandes cálculos lisos y libres.
El profesor manifestó a sus discípulos que prefería en este
niño la talla bilateral á las demás tallas perineales, porque siendo la
próstata pequeña á causa de la edad del paciente, daría la incisión con este
método sin salir del dominio de la próstata, una abertura suficientemente
capaz, para que con facilidad pudiese salir el cálculo cuyo volumen se presuponía.
Y también porque así podía obtener una herida regular y de poca longitud, que
permitiese salida libre a los líquidos sin exponer tanto como otras tallas a la
infección purulenta que a la sazón
reinaba epidémicamente, y que pocos días hacia arrebatara otro enfermo operado
de talla.
Igualmente debe llamarse la atención sobre la manera
especial que empleó el profesor para disecar las adherencias del cálculo y
hacer su extracción.
También es notable el tratamiento consecutivo y
principalmente el uso de los baños generales bien administrados mediante los
cuidados maternos, para hacer desaparecer las complicaciones del caso. - Luis
ROA Y VELDROF.
Recopilado por José Vte. Navarro Rubio
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