Y al castillo qué le queda?
Al castillo le queda
la planta por fuera
y ya dentro
tras cruzar unas modernas escaleras
un esqueleto de metal
tan reluciente que se asemeja
a un puñado de monedas.
Allí donde un día un señor soñaba con grandezas
hoy la tarde trae lo que no se piensa
para esas horas casi de echar la siesta
en que los lagartos escondidos esperan
que el sol se marche
para salir de sus guaridas en las grietas de las peñas.
En el patio de armas parece que resuenan
las herraduras sobre la tierra,
el fuego, la tea,
la sonrisa de una joven doncella.
Tanto el patio de armas espera
que de sus entrañas sale
aquello que nos lleva
a otros tiempos
a viejas leyendas
de culturas tan cercanas
que entre las viejas viñas
que daban vino que quitaba las penas
las raíces de las cepas
esconden los secretos que en los libros no se encuentran.
En su torre
con tantos homenajes
el castillo
iba de fiesta en fiesta
para cuando los señores en ella
celebraban
cual cuaresma
el resurgir de una casta
que de padres a hijos
y de estos a sus descendencias
sobre las piedras
los escudos de armas
los recuerdan.
Y
ya los muertos
que descansaban
sobre nichos
hoy ventanas abiertas
también ellos esperan
otra cosa que no sea
el olvido
pues sepan
que para estas noches
como las que aquí se cuentan
el castillo era
el camposanto de quienes en Garcimuñoz murieron en otras épocas.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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