Ni fue infante
ni el lo quería
y en ello se le estima
pues siendo sobrino y nieto de Rey
vivió a la suya
creando un estado
con tanto poder como el estado al que servía.
Para un cinco de mayo
Dios bendiga ese mes y día
vino a nacer Don Juan Manuel
a las postrimerías
de un siglo XIII
que a la historia pasaría
por ser un siglo de reconquistas.
Muerto Don Manuel
su abuelo el rey Alfonso X lo cuidaría
como buen abuelo que quería
lo mejor para ese nieto
que a su vera crecía.
Tal era la herencia recibida
que podía atravesar la península
durmiendo cada noche,
así él lo decía,
en alguno de los castillos
que a lo largo de sus dominios Don Juan Manuel poseía
Como Adelantado Mayor
del reino de Murcia
se le tenía
y sus señoríos se repartían
por tierras de Valencia y de Castilla.
Su vida fue una constante lucha
y entre guerras y rencillas
todavía
tuvo tiempo para dedicarse con mucha sabiduría
al oficio de escritor que era
lo que él de verdad le iba.
El poder
y la riqueza
y con ellos la avaricia
son en suma
calificativos que identifican
a quien sin ser Rey
así el se lo creía.
Pactando con unos
y con otros
tal cual se las traía
que entre enemistades
y amistades de nuevo conseguidas
se pasó toda su vida
estrechando manos y sellando pactos de los cuales más de una vez se arrepentiría.
Hoy por ti
y mañana por mi
su historia y vida
se escribe allí donde hay una plaza en la cual clavar una pica.
Dicen que cansado D. Juan Manuel
y asqueado de la política activa
fijó su residencia
en uno de los muchos castillos que poseía,
Garcimuñoz, se alza con esa buena noticia
de ser la villa preferida
para curar su alma
de las muchas heridas que da la vida.
Tantos libros y tantos que se perderían
salieron de sus manos
que de él se diría
que con todo podía
y así murió
en aquel Castillo que tanto quería
siendo enterrado su cuerpo en Peñafiel
tal y como él quería
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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