Desde el suelo- arista sin dueño
se alza
el tapial descubierto
ya su interior
de tierra roja, paja,
casi centeno
abierto
La piedra
su aliento
si se toca
te deja tieso.
Siento
que la tarde trasmite
junto a esas ruínas
antiguo cementerio
el paso del tiempo.
En el castiilo
eres sujeto,
y te quedas
tan de ti lleno
que el tiempo
solo es eso,
horas, minutos
en un reloj viejo.
De todo aquello
que les cuento?
Qué me dicen?
Es cierto
que las alondras traen
en los días sin trasiegos
sus sonrias y besos
hasta estos muros viejos?
Sólo recuerdo
la extrema sencillez
de todo aquello
que en su día resplandeció
cual luz
alumbrando en el interior de nuestro cuerpo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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