Ya para estas noches
nadie recuerda
las puertas cerradas
y detrás de ellas
lamparillas encendidas
tantas que la noche era el principio
de una luz eterna.
Las luces en la noche
se veían a través de las rendijas
en la madera
de los viejos ventanales
que a las calles se abrían
para los días de fiesta.
Ya las gachas dulces,
puches
y otras monsergas
eran la comida
que en las mesas
servía de alimento
a quienes junto a ellas
glorificaban estos días con resignación plena.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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