No es la casa lo último que vieron los ojos de un niño
allí quedaron los recuerdos
formando parte de un hilo fino
que una araña tejía
al tiempo de las parvas en la era,
del rancho frío
en un pueblo habitado
desde hacia siglos
por hombres y mujeres
que llevaban los mismos apellidos.
¿Quién fué
el primero de sus hijos,
la primera mujer,
el primer minuto
en que aves de coloreados buches
y picos encendidos
anunciaban a lo largo de sus vuelos por aquel pequeño mundo
que Pinarejo era tierra
en la cual se podía quedar uno
para echar raices,
para formar pare de ese hilo fino,
de pared a pared red
en la que se mecían los recuerdos de este niño.?
Dicen que se ven
en las noches de negros diluvios
como si fueran caballos trotando
por El Espinillo
trayendo desde lejanos sitios
palabras escritas en un libro
que en sus garras
son como dorados frutos,
capítulos ellos todos
que reuerdan a quienes son eternos peregrinos
que siempre hay un lugar,
un buen sitio,
en el cual echar raices
como los granos de los trigos
cuando se dejan caer sobre el surco
y alli
sin que nadie se preocupen ni poco ni mucho,
se abre la tierra,
despeja la tierra
un nuevo hijo
de tallo tan fino
que el aire cuando le pega
se siente abatido.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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