A estas horas
ya la tarde
casi vestida de fiesta
en el castillo queda
el frío del metal,
y el cristal de las ventanas con sus rejas
opaco
como los silencios
que todo lo entierran.
Por estas tierras
ya los camposantos,
el de Pinarejo,
a mi diestra,
quedan
también ellos
saben disfrutar
en este día en que todos hasta ellos llegan
tan de flores llenos
que no hay alamedas
con sus ramblas
y aguas que se parezcan
a estos jardines que en los cementerios
nos recuerdan
lo que seremos
a poco que la manecilla de un reloj
se mueva.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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