No gime el ave
ya sobre él
una lluvia de granizo,
tiro de escopeta
en su vuelo matutino.
Siente el ave
en su caída,
oye
es su destino
el impacto seco
del plomo asesino
entrando en su cuerpo
rompiendo ese equilibrio
que hace a los animales
sujetos de quienes se sienten soldados invictos.
La silueta de un ave
cruza
a lo largo de un camino
que lleva por el cielo
a esos lugares elegidos,
pastos de buenos granos,
nidos entre las ramas escondidos,
donde las aves viven durante el tiempo que graciosamente puso en su pico
el destino
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario