Ojos de piedra,
yo quiero
que el Nano
que todos llevamos dentro
sea
como ese atlante,
gigante,
con cuerpo maltrecho,
que en mitad de una calle
se siente animal fiero,
casi un monstruo,
tan altanero
como una princesa
en esos cuentos
que leídos en la noche,
bajo la luz que desprenden
en el fuego
unos secos sarmientos,
ayudan a coger el sueño.
Uno diría
que en ello
hay algo más que un episodio incierto
¿Cómo?
¿Cuándo?
¿Qué hay de todo esto?
para unos momentos
en que Valencia crece
y el cincel y la maza
en manos de unos finos cabestros
destruyen una ciudad
como si fuera un papel de fumar
puesto
en los labios de un muerto.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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