A Toledo y tan lejos se adivina que se escapa de la mano,
ya cerca de su puente por donde un rió desciende
camino del mar que la quiere ver de cerca
para comerse su risa en el agua cristalina
¡Quién no llora a Toledo!
A Toledo le lloran todos los días
aquellos que hasta ella se acercan
para ver de cerca esa maravilla
que es la ciudad y sus gentes,
todo ella suena a bronce que no a calderillas
Tan grandes los silencios,
tantos sus misterios,
olor a tierra que fue en la historia lugar de encuentros,
así ella se ve, así se siente,
todavía viva yo la quiero, todavía ella así se coge de la mano de quien camina
por sus plazas llenas de historias vivas,
por sus calles a la búsqueda de nuevos encuentros en cualquier esquina.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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